MI HERMANA RAQUEL
LA CRÓNICA DE MORELOS. Jueves 05 de diciembre de 2024.
Por Guillermo Cinta Flores
En el corazón de Morelos, las remesas enviadas por nuestros paisanos se han convertido en la columna vertebral de nuestra economía local. Este fenómeno no es solo una estadística, sino una realidad palpable en cada hogar, en cada negocio y en cada rincón de nuestro estado. Hasta ahora, durante 2024, Morelos ha recibido aproximadamente 553 millones de dólares en remesas, lo que, al cambio actual, se traduce en casi 12 mil millones de pesos. Esta inyección económica es mucho más que números; es la vida y el sustento de muchas familias, incluida la mía, gracias a mi hermana Raquel.
Raquel, como tantos otros mexicanos que se han aventurado a cruzar fronteras en busca de mejores oportunidades, encontró en Estados Unidos un medio para apoyar a los suyos. Cada mes, su esfuerzo se materializa en dólares que llegan a Morelos, aliviando las cargas económicas y permitiendo una mejor calidad de vida. No solo se trata de dinero, sino de esperanza, de la posibilidad de que nuestros niños puedan estudiar, de que nuestros ancianos tengan cuidados dignos y de que nuestras comunidades puedan mejorar sus infraestructuras básicas.
La importancia de las remesas en Morelos no puede subestimarse. Son la base económica que sostiene a una gran parte de la población, especialmente en tiempos de crisis o de recuperación económica. Estas remesas permiten que el comercio local florezca, que los negocios familiares se mantengan y que la rueda de la economía continúe girando. El sacrificio de los migrantes como Raquel es un testimonio de amor y compromiso con su tierra y su familia, siendo un pilar fundamental para el desarrollo y la estabilidad de nuestra entidad.
En mi familia, la contribución de Raquel ha sido vital. No solo ha ayudado a cubrir necesidades básicas como alimentación y salud, sino que también ha permitido pequeñas inversiones que han mejorado nuestra calidad de vida. Desde la compra de una lavadora hasta la reparación de nuestra casa, cada peso enviado tiene un impacto directo en nuestro bienestar. Es un recordatorio de que, a pesar de la distancia, el vínculo familiar y comunitario se fortalece con cada envío, cada sacrificio, cada esfuerzo por hacer de Morelos un mejor lugar donde vivir.
Es evidente que las remesas son más que una transferencia de fondos; son un acto de solidaridad, de resiliencia y de amor incondicional. Mi hermana Raquel, al igual que muchos otros morelenses en el extranjero, no solo sostiene económicamente a su familia, sino que también aporta al tejido social y económico de nuestro estado. Morelos debe reconocer y valorar este esfuerzo, no solo en cifras, sino en la calidad de vida que estas remesas representan para todos nosotros. Es un legado de sacrificio y generosidad que, sin duda, seguiremos agradeciendo y celebrando.
Es crucial subrayar que el envío de estas remesas no es un logro del gobierno federal de México, sino el resultado directo del esfuerzo y, en muchos casos, del sacrificio de nuestros paisanos que viven y trabajan en Estados Unidos. Ellos, con su tenacidad y dedicación, logran no solo mantener a sus familias en Morelos, sino también contribuir significativamente a la economía de la región. Cada dólar enviado refleja horas de trabajo, a menudo en condiciones difíciles, y la voluntad inquebrantable de proporcionar un mejor futuro para los suyos, sin la intervención directa del estado, sino mediante su propio empeño y corazón.