MIGRAR EN UN MUNDO EN TENSION
ANÁLISIS
Por Carolina Ruiz Rodríguez *
Jueves 29 de mayo de 2025
Como sociedad hemos dejado atrás los cambios de época, para dar paso a una época de cambios, cada vez más vertiginosos, profundos y, paradójicamente, cada vez más inciertos.
La tensión mundial no es un fenómeno nuevo, pero su actual intensidad —alimentada por conflictos geopolíticos, crisis económicas, emergencias climáticas y polarización política— ha generado una ola migratoria que está cambiando constantemente las fronteras. En este contexto, la migración, lejos de ser un fenómeno espontáneo o coyuntural, se ha convertido en una expresión directa de las fracturas del mundo contemporáneo.
Hoy más que nunca, millones de personas abandonan sus hogares no de manera voluntaria, sino más que nunca por necesidad o por dignidad. Huyen de la guerra en Ucrania, de la violencia en la zona del Sahel, del colapso económico en Venezuela, de la represión en Afganistán, de la falta de oportunidades en diversos países latinoamericanos, de la desertificación que avanza implacable en extensiones del mundo cada vez más grandes, como África, Asia y Sudamérica.
Cada historia de migración encierra un cúmulo de decisiones difíciles, pérdidas humanas y una esperanza tenaz por reconstruir la vida en un nuevo lugar. Según el Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2024 de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se estima que actualmente hay un aproximado de 281 millones de migrantes internacionales en todo el mundo, lo que representa alrededor del 3.6% de la población global. Todos estos migrantes al llegar a un nuevo territorio, requieren tener acceso a programas de salud, educación, empleo, alimentación, vestido, entre otros.
Sin embargo, la reacción gubernamental ante esta movilidad forzada ha oscilado entre la compasión, el desinterés y el rechazo. En diversos países de Europa, pero sobre todo en los Estados Unidos de América del Norte, han tenido éxito discursos populistas, que han convertido al migrante en chivo expiatorio, alimentando el miedo a la “invasión”, criminalizándolos, reforzando políticas de cierre de fronteras y expulsándolos sin el debido proceso. Las imágenes de niños detenidos, familias divididas, muros levantados, hombres y mujeres ahogados, además de naufragios en alta mar, son hechos tan cotidianos como dolorosos: el derecho humano al asilo choca de frente con los “intereses nacionales”, la indiferencia ciudadana y la fatiga de la solidaridad.
La tensión mundial también se traduce en una creciente competencia por recursos, empleos y estabilidad. En contextos económicos frágiles como los que imperan hoy en día, los migrantes son percibidos como amenazas, cuando en realidad son víctimas y hasta pretexto de las mismas crisis que afectan a todos. En muchos casos, son los migrantes quienes sostienen economías locales, ocupan empleos esenciales y enriquecen las culturas que los acogen.
Ante este difícil panorama, la migración es un acto de esperanza, de rebelión y de una gran valentía. En este mismo espacio semanas atrás, hicimos referencia a cómo en el vecino país del norte, los mexicanos aportan más a la economía de ese país, que lo que reciben. O podemos ver cómo algunas actividades en países europeos o en los mismos EE.UU. los migrantes han rejuvenecido a sus sociedades, aportándoles talento, esfuerzo, creatividad y hasta identidad. Basta ver el perfil de sus seleccionados nacionales en diversos deportes, como en el fútbol.
Por ello hoy urge hacer lo contrario a construir muros, expulsar migrantes, cerrar fronteras, crear conflictos y, con ello, generar más tensión en el mundo. Debemos repensar mucho más el fenómeno migratorio, darle un enfoque más humano y universal. Entender por qué se cruzan fronteras, de qué modelos económicos se huye, qué causa el cambio climático, la escasez de agua, la pobreza y la falta de oportunidades.
No se puede hablar de un mundo global cerrando fronteras y violentando derechos humanos. Más bien es urgente convivir y dialogar, sumar y proteger, entender y construir, caminar juntos para vivir sin miedo y liberar la tensión que hay en el mundo.
*Diputada local presidenta de la Comisión de Atención a las Personas Migrantes en el H. Congreso del Estado de Morelos