MILITARES: MAGROS RESULTADOS EN SEGURIDAD PÚBLICA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 2 de agosto de 2024
Los mexicanos llevamos muchísimos años observando el desempeño de militares al frente de corporaciones policiacas estatales y municipales, con magros resultados frente al creciente problema de la inseguridad pública. Esos mandos no lograron resolver la incidencia delictiva que, en ciertas regiones del país, se ha incrementado de manera alarmante durante el sexenio presidencial que concluirá dentro de dos meses.
Lo ideal, según opinan algunos expertos en materia de seguridad nacional y seguridad pública, sería conseguir la formación de policías profesionales con vocación de servicio, así como una reestructuración del sistema de procuración y administración de justicia que permita la adecuada aplicación de la ley y la intervención de otro poder, además del Ejecutivo, que evalúe las estrategias de seguridad implementadas. El tema, por lo tanto, es algo difícil de conseguir, un asunto de nunca acabar.
La expansión de jefes policiacos con origen militar surgió ante la falta de confianza en los cuerpos policiacos y la carencia de mandos civiles competentes y confiables. Nuestros gobernantes han visto en los militares valores específicos derivados de su formación castrense, pero estos no necesariamente son transmitidos a los elementos civiles con los que tienen que trabajar en los ámbitos estatales y municipales.
Lo importante es la formación de valores entre los servidores públicos que se desempeñan en tareas de policía. Mientras se siga improvisando policías, no se va a avanzar. Se puede traer a militares y más militares y no se resolverá el problema. Es necesario el adiestramiento, la preparación, el estímulo a la carrera policiaca y la vocación del policía, que está muy desprestigiada.
Lo que se consiguió, eso sí, fue colocar a las Fuerzas Armadas en un delicado papel ante la sociedad, al no entregar buenas cuentas en materia de seguridad pública. Ha sido un proceso de vulneración al prestigio de la formación militar. La colocación de militares al frente de la seguridad pública ha obedecido a una visión distorsionada sobre el origen y formación de quienes deben comandar las corporaciones policiacas. Sin embargo, las funciones son diferentes. Los militares son entrenados en un esquema muy básico de diferenciar entre el amigo y el enemigo, y entre el vivir y el matar. La visión de la seguridad pública es proteger la vida de los ciudadanos y su patrimonio, no identificar enemigos y aniquilarlos.
Así las cosas, se presentan dos inconvenientes adicionales en la colocación de mandos militares al frente de las policías: si no funcionan, la sociedad perderá confianza en las Fuerzas Armadas, y habrá un desgaste de la autoridad civil sobre la militar. Y ahí vienen de nuevo, con un altísimo costo a las finanzas públicas nacionales.