MILITARIZACIÓN Y/O MILITARISMO
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 12 de octubre de 2023
La condecoración entregada este miércoles a Salvador Cienfuegos por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en virtud de que el general dirigió en algún momento el Heroico Colegio Militar, causó gran polémica, sobre todo entre miles de usuarios de las redes sociales quienes, atónitos, se preguntaron ¿por qué entregar tal distinción a un personaje cuestionado, detenido en Estados Unidos en octubre de 2020 bajo acusaciones de narcotráfico y luego liberado tras la intervención personal del propio AMLO ante el entonces presidente norteamericano Donald Trump?
Tras su detención se revelaron investigaciones de la DEA al ex titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y trascendió el ejercicio de la acción penal por el Departamento de Justicia de EE.UU., debido a que Cienfuegos protegió a ciertos capos de la droga en México, encubriendo y favoreciendo el envío de una cantidad indeterminada de estupefacientes a la vecina nación del norte. Con relación al caso les recomiendo el excelente libro titulado “A sus órdenes mi general”, del periodista Jesús Esquivel, que contiene documentos oficiales del gobierno estadounidense en torno a la investigación sobre el impugnado militar.
Allí podrán encontrar ustedes la forma en que López Obrador se refirió a Cienfuegos, considerándolo protector de narcotraficantes; y cómo, debido a presiones de altos mandos castrenses, reculó y solicitó a Donald Trump que el ex titular de la Sedena fuera liberado, bajo la promesa al Departamento de Justicia, de que sería investigado en México por la FGR, lo cual, según se aprecia, no sucedió, o pasó de noche. Hoy AMLO defiende a Cienfuegos.
Las reacciones de este miércoles y jueves tras la condecoración a Salvador Cienfuegos trajeron de nuevo a la palestra pública el rápido proceso de militarización que ha experimentado México en el gobierno de la 4T. Es más. Puede asegurarse ahora que el principal legado de la actual administración al país es la militarización, probablemente rumbo al militarismo. Aquí es conveniente diferenciar entre una cosa y otra.
El 16 de noviembre de 2020, cuando aún se comentaba el escándalo del general Cienfuegos, la revista Nexos publicó un ensayo titulado “De la militarización al militarismo”, bajo la autoría de Daira Anaya, maestra en asuntos internacionales y directora general de Global Thought Mx, grupo especializado en temas del extranjero; y Lani Anaya, maestra por la Universidad de Uppsala (Suecia) y consultora de proyectos de paz y desarrollo para la ONU, la Unión Africana y el Banco Mundial.
En el trabajo establecen la diferencia entre militarización y militarismo, ante el cada vez mayor empleo de las fuerzas armadas, por el gobierno mexicano, en esferas apartadas de su función establecida en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Las autoras indican que el debate público detonado por la presencia de militares y marinos en tareas otrora realizadas por mandos civiles, revela confusión entre dos procesos ligados entre si: la militarización y el militarismo. Sin embargo, ambos suceden frente a los ojos de la sociedad mexicana, pero uno puede representar el fin de la frágil democracia mexicana.
La militarización puede ser de dos tipos: a) directa, cuando fuerzas militares son desplegadas para participar en labores de control interno; y b) indirecta, la cual se asocia a marcos institucionales en los que las policías civiles adquieren de manera paulatina características militares, entre las que están estrategias de armamento y táctica. “Lo que se pretende rescatar de la definición anterior es que la militarización no se refiere a quiénes realizan funciones de seguridad pública, sino también a cómo se hace”.
Otras definiciones confluyen en que la militarización es un proceso donde se mezclan la presencia de militares en tareas ajenas a la defensa nacional y la utilización de niveles de fuerza que corresponderían a una respuesta armada del Estado ante una amenaza a su integridad.
“Por lo tanto, es relevante entender la militarización como un proceso mediante el cual diversos ámbitos de las funciones primordiales del Estado adquieren lógicas militares, los problemas se observan desde una perspectiva de amenaza o enemigo y se recurre a las dinámicas bélicas para solucionarlos”.
Con la llegada de López Obrador al poder Ejecutivo, las atribuciones que se le han otorgado a la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina en materia de seguridad, obra pública y puertos bajo el argumento de erradicar la corrupción, han encendido focos rojos. Esto, más que militarización, representa otro fenómeno: el militarismo.
Señalan las expertas:
“El militarismo es la inserción de militares de alta graduación en el juego de los partidos políticos a causa de la esencial debilidad del sistema representativo, que lleva a grupos políticos a utilizar la fuerza militar para alcanzar sus objetivos”.
“El militarismo es un fenómeno que consiste en la preponderancia del poder militar sobre el poder civil en términos políticos y en donde la esfera castrense influye en la toma de decisiones políticas del Estado más allá de las del sector seguridad y defensa. Mientras la militarización responde a las preguntas quién y cómo, el militarismo responde ‘quién decide sobre quién’ en el sistema político”.
Conclusión: lo que ocurre en México no puede ser encasillado únicamente como un proceso de militarización en el que las dinámicas bajo las que se atienden los problemas de seguridad privilegian el uso de técnicas, tácticas y armamento bélico; sino también como militarismo, debido a que las diversas atribuciones que se le están otorgando a las fuerzas armadas como secretarías de Estado, las colocan por encima de otras instituciones de carácter civil; no sólo en la toma de decisiones sino también en el presupuesto destinado para su funcionamiento.
“La historia en América Latina ha demostrado que el militarismo dejó a su paso los capítulos más oscuros y desoladores de la región. Desde la academia, la sociedad civil y demás actores interesados, tenemos el compromiso de comenzar a llamar las cosas por su nombre, a fin de tomar las medidas más adecuadas en cuanto a delimitación de funciones tanto civiles como militares que nos permitan evitar repetir los errores del pasado”.
¿Usted qué opina, estimado lector? ¿Estamos los mexicanos frente a la militarización o el militarismo? Mientras tanto, el discurso presidencial es de absoluta sumisión, que no respeto, a los altos comandantes de las fuerzas armadas. ¿Quién está tomando las más importantes decisiones? ¿Quién manda en el país?