MORELOS: EL SABOR QUE UNE CAMPOS Y CAMINOS

CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 6 de noviembre de 2025
La Plaza General Emiliano Zapata, en el centro de Cuernavaca, se transformará este fin de semana en un festín vivo de aromas y sabores. Del 7 al 9 de noviembre, el X Foro Mundial de la Gastronomía Mexicana (FMGM) —organizado por el Gobierno de Morelos, la Secretaría de Turismo federal y el Conservatorio de la Cultura Gastronómica Mexicana— celebra el 15 aniversario del estatus de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de nuestra cocina y se erige como un catalizador para un debate eterno: ¿cuál es la verdadera vocación económica de Morelos? ¿Un paraíso agrícola, un imán turístico o un mosaico armónico donde la tierra fértil nutre los servicios que deleitan al mundo?
Por décadas, morelenses y analistas han batallado en salones y sobremesas: unos exaltan los sembradíos de arroz y caña que surcan el valle, recordando que la agricultura aún inyecta entre el 10 y 15 por ciento al PIB estatal, con un crecimiento estelar del 5.4 por ciento en el primer semestre de 2025, según datos del INEGI. Otros, con trípticos en mano, proclaman el turismo como rey indiscutible, que solo en su vertiente genera más de 50 mil empleos directos y un 18 por ciento del PIB, atrayendo a visitantes que inundan hoteles y restaurantes con el encanto de jardines eternos y aguas termales.
Pero esta dicotomía es un espejismo; Morelos late con el pulso de los servicios en general, que acaparan el 60-65 por ciento de la economía y más de 300 mil puestos de trabajo, muchos en el informal pero vibrante sector de comercio y hospitalidad.
Es aquí donde la agricultura no compite, sino que colabora: el arroz morelense se convierte en paella fusionada en fogones del foro, la caña en piloncillo que endulza catas internacionales, y el jitomate en salsas que viajan de huertas a mesas globales.
El FMGM, con sus más de 40 actividades gratuitas —desde demostraciones de cocineras tradicionales hasta mesas redondas con chefs estelares—, ilustrará esta sinfonía perfecta. Auspiciado por la Secretaría de Desarrollo Agropecuario de Morelos y la Sectur, el evento no es mero espectáculo; es un motor de agroturismo que proyecta rutas donde el turista cosecha flores de cempasúchil o degusta moles nacidos de la biodiversidad local.
En un estado con 889 mil personas económicamente activas y un salario promedio de 2,430 pesos mensuales, esta hibridación es salvavidas: el crecimiento del 1.3 por ciento en el PIB del primer trimestre se debe en gran medida a servicios impulsados por raíces agrícolas. Ignorar esto sería como servir un mole sin chocolate: insípido y desconectado de la esencia.
Morelos no elige entre arado y alhaja; las fusiona en un banquete que, como el foro este fin de semana, invita a todos a la mesa. Si asistimos, no solo probaremos sabores, sino que validaremos una verdad: nuestra vocación es la de un estado que siembra para servir, y sirve para perdurar. ¿Y usted, lector, en qué surco planta su apuesta?
