MORELOS EN EL EPICENTRO GLOBAL: DE KIOTO A CUERNAVACA, UN SALTO CUÁNTICO PARA LA INNOVACIÓN
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 6 de octubre de 2025
Este domingo 5 de octubre, mientras el mundo convergía en Kioto bajo el paraguas del STS (Science and Technology in Society) Forum, Morelos no es solo un espectador: es un jugador activo que teje alianzas transpacíficas. La presencia de Jaime Eugenio Arau Roffiel, al lado de Marcelo Ebrard, no es mero protocolo; es una jugada maestra que posiciona al estado como puente entre México y Asia, en un momento en que la innovación ya no es lujo, sino supervivencia. Imaginen: científicos japoneses debatiendo con expertos mexicanos sobre desafíos como el cambio climático, y en el centro, Morelos extendiendo la mano con una invitación irresistible al foro regional de diciembre. No es casualidad; es estrategia pura.
Bajo el mando de Margarita González Saravia, Morelos parece decidido a sacudirse el estigma de ser solo “la tierra de los jardines y las sombras violentas”. Este STS Forum, con su enfoque en tecnología para el desarrollo sostenible, resuena con la vocación científica del estado –piensen en el CIATEJ o la UNAM en Cuernavaca–, pero va más allá: abre puertas a inversiones asiáticas en biotecnología o energías renovables. ¿El impacto? Empleos calificados para jóvenes morelenses, no solo en maquilas o turismo, sino en laboratorios de vanguardia. Y con Ebrard como aliado federal, se fortalece esa sinergia que tanto ha faltado en administraciones pasadas, donde la ciencia era huérfana de presupuesto y proyección.
Claro, no todo es utopía. En un país donde la brecha digital aún devora talentos, Morelos debe velar por que estas alianzas no queden en fotos protocolarias. El riesgo de que el foro de diciembre sea un evento elitista, ajeno a comunidades indígenas o rurales, acecha. Pero si González Saravia lo maneja con visión inclusiva –integrando voces locales en mesas de diálogo–, podría transformar Cuernavaca en un Silicon Valley tropical, atrayendo no solo cerebros, sino capital ético. Es hora de que Morelos no solo “participe”, sino lidere: ¿por qué no soñar con spin-offs tecnológicos que resuelvan la escasez de agua o la deforestación en la Sierra?
En fin, este viaje a Japón no es un desvío diplomático; es el prólogo de una era donde Morelos se reinventa como hub de conocimiento. El diciembre nos dirá si fue un catalizador real o solo un brindis fugaz. Apuesto por lo primero: “La tierra que nos une” podría unirse al mapa global de la innovación, y con ello, unir a su gente en un futuro menos precario. Ojalá Kioto sea el detonador que merecemos.