MORELOS SE ATREVIÓ: POR FIN ENTIERRAN AL “HOMBRE-CAMIÓN” Y A SUS ETERNOS CACIQUES

CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 28 de noviembre de 2025
Por fin. Después de décadas de ver cómo unos cuantos líderes disfrazados de “representantes de los transportistas” acumularon cientos, a veces miles de concesiones a nombre de prestanombres, familiares y hasta empleados de confianza, Morelos decidió ponerle punto final al mayor monopolio disfrazado que ha tenido el estado.
La nueva Ley General de Movilidad y Seguridad Vial no es perfecta, pero es valiente: prohíbe de tajo las concesiones individuales para el transporte colectivo y obliga a que, de ahora en adelante, sólo personas morales (empresas de verdad) puedan operar rutas.
El mensaje es clarísimo: se acabó el negocio personal de los caciques que se enriquecieron mientras los usuarios viajaban en latas oxidadas y sin seguro.
Lo que más me gusta de esta ley es que no se anda con paños tibios. Obliga a los actuales concesionarios a agruparse en empresas reales, con plan de negocios, contabilidad transparente y renovación gradual de unidades hacia modelos eléctricos o de bajas emisiones.
Y si no quieren o no pueden, pues que vendan o se retiren; ya no habrá más “hombre-camión” que controle 300 permisos desde su oficina mientras los choferes se matan trabajando por propinas. El modelo de pago por kilómetro recorrido en lugar de “carrera por el pasaje” es, por sí solo, una revolución que puede bajar accidentes y estrés en las calles.
También aplaudo que por primera vez se meta en cintura a las plataformas digitales. El 1.5 por ciento que aportarán por viaje al Fondo Estatal de Movilidad no es un impuesto caprichoso: es justicia histórica. Durante años Uber y Didi ganaron millones en Morelos sin dejar un solo peso al erario ni asumir responsabilidad real por accidentes. Ahora tendrán que tener seguros decentes, botón de pánico conectado al C5 y placas morelenses.
Igual de duro, pero justo, es el candado a los mototaxis: se les reconoce, se les da certeza a miles de familias, pero se congela el número de unidades y se les prohíbe invadir rutas de camiones. Orden con corazón.
El Fondo que se crea con multas y con ese 1.5 por ciento de las apps puede ser la gran palanca para modernizar de verdad el transporte. Imaginen ciclovías seguras, subsidios reales para cambiar combis por unidades eléctricas, semáforos inteligentes y capacitación digna para choferes. Por primera vez el dinero de las infracciones no se irá a la bolsa de nadie: tendrá destino etiquetado.
Morelos acaba de dar un paso que pocos estados se han atrevido: mirar de frente a los poderes fácticos del transporte y decirles “hasta aquí”. No será fácil, vendrán demandas, marchas y presiones y lágrimas de cocodrilo. Pero si el gobierno sostiene la línea y la sociedad civil vigila que no se negocien las reglas bajo la mesa, esta ley puede convertirse en el parteaguas que transforme la movilidad y, de paso, devuelva a los ciudadanos un pedazo de dignidad que los caciques y autoridades cómplices les habían robado durante décadas.
Hoy, sinceramente, me siento orgulloso de ser morelense.
