MUCHO CUIDADO CON EL JUEGO SUCIO
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 24 de enero de 2025
La política, a pesar de su noble objetivo de servir al bien común, a menudo se ve empañada por el uso de tácticas poco éticas como la intriga, el chisme y el rumor. Estos vicios, que se propagan como la pólvora en los pasillos del poder, buscan desestabilizar, desacreditar y manipular, poniendo en riesgo la integridad de las instituciones y la confianza de la ciudadanía. Analizar las causas de este fenómeno nos permitirá comprender mejor las dinámicas del poder y la complejidad de la naturaleza humana en el ámbito político. Lo peor es que esos vicios sean utilizados dentro de una organización o en ciertos gobiernos.
Hace algunos años fui testigo de una charla entre quien fuera gobernador de Morelos durante el sexenio 1982-1988, Lauro Ortega Martínez, y alguno de sus colaboradores, quien le insinuó que, para hacer frente al juego sucio dentro del Ejecutivo morelense, careara a los protagonistas. Don Lauro lo escuchó, pero le dijo lacónicamente: “¿Entonces para qué me sirve el criterio? Hay mucho chisme en Morelos. El deporte favorito de un morelense es comerse a otro morelense”.
Es cierto que la intriga, el chisme y el rumor son herramientas que se utilizan con frecuencia en la política, y muchas veces con consecuencias negativas. ¿Por qué ocurre esto?
La política, en esencia, es una lucha por el poder. Los actores políticos buscan obtenerlo, ejercerlo y mantenerlo. En este contexto, la intriga, el chisme y el rumor pueden ser utilizados como armas para debilitar a los adversarios, desacreditarlos o incluso para desestabilizarlos emocionalmente. Estas tácticas pueden ser especialmente efectivas en sistemas políticos donde la imagen y la percepción pública son cruciales. Y se practican aún dentro entre quienes, teóricamente, forman parte de un equipo.
Los políticos, al final del día, son seres humanos con sus propias ambiciones, inseguridades y vulnerabilidades. La intriga y el chisme se aprovechan de estas debilidades, buscando generar desconfianza, sembrar la discordia y crear un ambiente de incertidumbre. Un político bajo constante ataque de rumores puede verse forzado a dedicar tiempo y recursos a defenderse, desviando su atención de sus responsabilidades y objetivos.
La opacidad y la falta de transparencia en la gestión pública crean un terreno fértil para la propagación de rumores e intrigas. Cuando la información no fluye libremente, se generan vacíos que son llenados con especulaciones y conjeturas. Esto puede llevar a la desinformación, la manipulación y la creación de narrativas falsas que beneficien a ciertos grupos de poder.
En la era digital, la información se propaga a una velocidad vertiginosa. Los medios de comunicación, tanto tradicionales como digitales, juegan un papel importante en la difusión de información, pero también pueden ser utilizados para amplificar rumores e intrigas. La búsqueda de la primicia, la presión por generar contenido y la competencia por la atención del público pueden llevar a la publicación de información no verificada o sesgada. Infinidad de comunicadores son presa fácil de políticos hábiles y persuasivos para destruir la reputación de sus adversarios.
En algunas sociedades, verbigracia la nuestra, la intriga y el chisme forman parte de la cultura política. Se utilizan como herramientas aceptadas para obtener ventajas o eliminar a los rivales. Esta cultura puede ser perpetuada por la falta de consecuencias para quienes utilizan estas tácticas, y por la tolerancia o incluso la complicidad de la sociedad. Cambiar esta cultura requiere un esfuerzo conjunto para promover la transparencia, la rendición de cuentas y el debate político basado en argumentos y evidencias.
En esencia, un gobernante que se enfrenta a la intriga y el chisme debe contrarrestar estas tácticas con transparencia, comunicación efectiva y un liderazgo ético. Debe fomentar la confianza dentro de su gobierno, combatir la desinformación y mantener la calma ante las provocaciones. En lugar de dejarse llevar por el juego sucio, el gobernante debe enfocarse en fortalecer la integridad de su gobierno y construir una relación sólida con la ciudadanía basada en la verdad y la confianza.
En el gobierno de Morelos, quienes pudieran estar inclinados prematuramente hacia el chisme, la intriga, el golpe bajo y el juego sucio están cometiendo un grave error. Estas prácticas son exactamente lo que la gobernadora Margarita González Saravia repudia. Conocida por su prudencia, su capacidad de resistencia y su profundo entendimiento de la naturaleza humana, la gobernadora sabe identificar a cada quien en Morelos. Así que, aquellos que optan por estos métodos no solo dañan la integridad del gobierno, sino que también subestiman la sabiduría y la fortaleza de una líder que valora la transparencia y la honestidad por encima de todo. Tengan mucho cuidado.