NEPOTISMO: ¿SHEINBAUM DEBILITADA?
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 27 de febrero de 2025
La reforma constitucional contra el nepotismo, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum, ha revelado una dinámica interesante dentro del oficialismo en México. Originalmente planteada para entrar en vigor en 2027, la propuesta buscaba evitar que familiares cercanos de funcionarios en cargos de elección popular pudieran sucederlos de manera inmediata, reforzando así los principios de mérito y equidad en la política.
Sin embargo, la decisión de los legisladores de Morena y sus aliados de posponer su aplicación hasta 2030 sugiere que la influencia de Sheinbaum sobre su propio partido podría no ser tan sólida como se esperaba, especialmente cuando se compara con el control que Andrés Manuel López Obrador ejercía sobre sus iniciativas. Este ajuste temporal, negociado en gran medida por presiones del Partido Verde, ha generado la percepción de que la presidenta enfrenta resistencias internas que limitan su capacidad de imponer su agenda.
El cambio de fecha no pasó desapercibido entre figuras clave de Morena y sus aliados, varios de los cuales ya han manifestado aspiraciones a gubernaturas en 2027, como Félix Salgado Macedonio en Guerrero, Saúl Monreal en Zacatecas o Ruth González en San Luis Potosí. Estas voces, lejos de alinearse con la visión original de Sheinbaum, parecen aprovechar la prórroga para mantener vivas sus ambiciones políticas, lo que refuerza la idea de que la presidenta no cuenta con la misma autoridad incuestionable que su antecesor. Mientras López Obrador solía asegurar que sus legisladores no alterarían “ni una coma” de sus propuestas, Sheinbaum ha tenido que ceder terreno, lo que algunos interpretan como una señal de debilidad o, al menos, de un liderazgo más negociador y menos impositivo.
No obstante, la respuesta de la lideresa nacional de Morena, Luisa María Alcalde, añade un giro significativo a esta narrativa. Ante la dilución de la reforma en el Congreso, Alcalde propone una modificación a los estatutos del partido para alinearlos con el espíritu original de la iniciativa de Sheinbaum, asegurando que, al menos dentro de Morena, se evite el nepotismo en las candidaturas de 2027. Esta maniobra podría interpretarse como un intento de rescatar la autoridad de la presidenta y reforzar la cohesión interna del partido, mostrando que, aunque el control absoluto sobre el Legislativo no esté garantizado, aún hay mecanismos para mantener la disciplina en las filas morenistas. Es un esfuerzo por mitigar el desgaste político de Sheinbaum y proyectar una imagen de compromiso con los principios que pregona la Cuarta Transformación.
En última instancia, este episodio refleja las complejidades de la política mexicana actual, donde las alianzas y los intereses individuales a menudo chocan con las agendas presidenciales. Sheinbaum, a diferencia de López Obrador, parece navegar un terreno más fragmentado, en el que debe equilibrar su liderazgo con las demandas de sus aliados y las ambiciones de sus correligionarios.
La reforma estatutaria de Alcalde podría ser un salvavidas para su imagen, pero el verdadero desafío será cómo lidia con las tensiones internas rumbo a 2027 y si logra consolidar su autoridad frente a un partido que, por momentos, parece escucharla con reservas. El tiempo dirá si este ajuste es una mera anécdota o el inicio de una presidencia marcada por concesiones.