NOVATADA Y POBRES CONTRA POBRES
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 7 de marzo de 2024
En el diario Reforma se publicó este miércoles un excelente reportaje relacionado con la novatada mortal, en Ensenada, Baja California, donde siete cadetes de la Guardia Nacional adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional murieron ahogados el pasado 20 de febrero. Todos eran férreos sobrevivientes de condiciones adversas y la pobreza, así como jóvenes entusiastas que querían ingresar a las Fuerzas Armadas, desde luego, con perspectivas de consolidación profesional, económica y hasta familiar.
Según testimonios de familiares y amigos, versa el reportaje, los jóvenes estaban a 10 días de su graduación y tenían la intención clara de defender a su país. Ellos eran Michael Arellano Wilkinson, Fernando Isaías Pérez López, Carlos Omar Frías Lanfard, Arturo Esteban Sarmiento Gaxiola, Brandon Francisco Gastélum Ayala, Luis Manuel Vilchis Díaz y Oscar Abraham Sánchez Reyna. Fueron 11 cadetes quienes recibieron la orden de sus superiores para meterse al mar en la Playa El Ciprés de Ensenada a pesar de las riesgosas condiciones climatológicas. El mar se los tragó y solo a cuatro de 11 se les localizó con vida. A siete el océano los arrojó a tierra, sin vida.
Hay más detalles respecto a este gravísimo incidente, en el que están involucrados mandos importantes de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano asignados a la Guarnición Militar El Ciprés, pero entre ellos destaca el hecho de que ambas instituciones castrenses están sellando la canalización de información hacia los medios de comunicación. Como suele ocurrir cuando mandos relevantes de la Sedena cometen delitos, inició el hermetismo y la tergiversación de la verdad histórica. Sin embargo, al tiempo se conocerán más datos.
Esa novatada me hizo recordar algo de lo cual fui testigo cuando rondaba entre los 10-12 años de edad. Mi hermano Víctor Manuel se inscribió para iniciar la carrera castrense en la Escuela Militar de Transmisiones, sita en Naucalpan, Estado de México. Tenía la firme intención de servirle a la patria desde la preparatoria hasta la educación superior y estudios de posgrado. Como amaba la electrónica, supuso que su camino en la vida era a través de dicho plantel dependiente de la Sedena. Nos despedimos de él y acudió a reunirse con una de las etapas más crueles de su vida. Algún día, entrada la noche, llegó a nuestra casa en la colonia El Vergel de Cuernavaca severamente golpeado. Escuché con claridad cuando le informó a nuestra madre los motivos de su prematura deserción, la cual se originó con una salvaje novatada. Si ustedes vieron la película Heroico (2023), del director David Zonana, pudieron observar las difíciles circunstancias de los jóvenes prevalecientes en los planteles castrenses. Mi hermano Víctor Manuel indicó que uno de sus comandantes lo arrodilló a él y a un compañero de nuevo ingreso y les exigió que se golpearan la cara con toda su fuerza. El oficial les dijo que esa había sido su novatada, pero los amenazó con someterlos a otras pruebas. Mi hermano, como pudo, salió de la Escuela y se dirigió a Cuernavaca.
Caso como el de los cadetes de la Guardia Nacional de Ensenada y los estudiantes de escuelas militares debe haber cientos, si no es que más. Pero como todo sucede en ámbitos de la milicia mexicana, pocos datos trascienden entre la sociedad. Los altos mandos son expertos en cerrazón y tergiversación de la información. Eso precisamente está ocurriendo ahora en Ensenada.
Todo lo antes expuesto, pero sobre todo las condiciones de pobreza de las cuales emerge la mayoría de cadetes y jóvenes de nuevo ingreso a la Sedena (ese era el caso de los siete fallecidos en Ensenada) me llevó a buscar una columna que escribí el 2 de enero de 2019 con relación a una convocatoria hecha entonces por el gobierno federal, dirigida a jóvenes mexicanos que desearan incorporarse a la Guardia Nacional. El enfoque de mi artículo fue la sempiterna lucha de pobres contra pobres, “porque no me dirán ustedes que tal convocatoria recibirá respuesta de jóvenes más o menos acomodados económicamente. No. La historia se repetirá una vez más y a la todavía no existente Guardia Nacional ingresarán seres humanos provenientes de entornos depauperados, dispuestos, eso sí, a pelear contra sus pares. POBRES CONTRA POBRES”.
Agregué:
Recuerdo lo dicho por el ex presidente del Colegio Nacional de Economistas, Angel Buendía Tirado (articulista de varios medios nacionales), en el sentido de que el modelo económico del país tiene un impacto desastroso en la estructura social, pues se recluta a jóvenes mediante el Ejército para combatir la delincuencia en la que incurren otros jóvenes por falta de oportunidades económicas.
Así las cosas, tras el cambio de gobierno ocurrido el 1 de diciembre del presente año, la nación sigue oliendo a pólvora y pobreza.
Noten ustedes que el economista mencionó únicamente al reclutamiento de jóvenes a través del Ejército para enfrentarse al crimen organizado, pero yo añadiría también, en tiempos actuales, a la Guardia Nacional y todas las corporaciones locales.
A mediados de 2011, cuando la Cámara de Senadores empezó a analizar la iniciativa de Ley de Seguridad Pública turnada por el presidente Felipe Calderón, donde, entre otras cosas, se establecía la cadena perpetua a los secuestradores, Buendía Tirado, entonces dirigente del Colegio Nacional de Economistas, urgió una reforma política que permitiera construir mayorías sin anular la presencia de las minorías, así como una reforma económica que modificase el actual modelo, obsoleto e injusto.
Fíjense cuántos años ya transcurrieron y hasta la fecha, ninguno de esos procedimientos legislativos ha fructificado.
En México se vive el colapso de un modelo económico diseñado para preservar privilegios. Es un modelo atrofiado, injusto, incapaz de rescatar a la nación del tobogán de la descomposición. En este sentido, el impacto de dicho modelo económico en la estructura social ha sido desastroso. Pareciera que las más altas esferas políticas y oficiales de este país ignoran el enorme riesgo que implica reclutar a nuestros jóvenes para el Ejército y demás instituciones de seguridad, a fin de enfrentarlos luego a sangre y fuego con los jóvenes que recluta la delincuencia.
La conclusión del asunto es: pobres contra pobres.
Como en los sexenio de Calderón y Peña Nieto, hoy en día la nación huele a pólvora y a pobreza, y esa mezcla, lo queramos reconocer o no, es angustiosamente peligrosa. Y no necesitamos ir muy lejos para constatar esta terrible realidad. Hacia donde volteemos, hay precarismo, así como la inequitativa distribución del ingreso, la proliferación de cinturones de miseria, desempleo, delincuencia común y organizada, etcétera.
El Ejército suple sus deserciones y engrosa la tropa con jóvenes que viven en el campo. Y así sucedió con la Guardia Nacional. En los últimos dos años de Peña Nieto, la Secretaría de la Defensa Nacional reportó un promedio diario de 24 soldados que abandonaron sus filas, puestos que fueron ocupados, en su mayoría, por habitantes de las zonas marginadas del país. Los soldados son la base de la estructura militar y se captan del campo para asegurar que estén el mayor tiempo posible en las filas castrenses, pues son los jóvenes que mejor responden a los beneficios que otorga la dependencia. Hay un proceso de reclutamiento en toda la República, principalmente en las áreas marginadas y económicamente vulnerables para captar los recursos humanos necesarios para integrarse al Ejército como soldados.
Insisto: pobres contra pobres en México.