¡OTRA VEZ LA BURRA AL TRIGO! LAS PROMESAS EVAPORADAS DE CUERNAVACA EN 30 DÍAS
LA CRÓNICA DE MORELOS
Martes 23 de septiembre de 2025
E D I T O R I A L
¡Otra vez la burra al trigo! Así lo resumía mi abuelita con esa sabiduría popular que hoy resuena como un eco profético en las calles de Cuernavaca. Décadas de caos reinan en el entorno del Hospital General del IMSS sobre la Avenida Plan de Ayala: un pandemónium de vendedores ambulantes, taxis y peatones zigzagueando entre el desorden como en una ruleta rusa urbana. Lo que debería ser un acceso vital para pacientes y visitantes se convirtió en un bazar improvisado, donde la anarquía es la única constante.
Y ahora, como por arte de magia electoral, el Ayuntamiento anuncia una “solución” que huele a déjà vu rancio.Han sido innumerables los intentos fallidos de gobiernos municipales pasados para domar esta bestia desbocada. Reubicaciones de taxis que duran lo que un suspiro, operativos contra el comercio informal que se evaporan al primer reclamo sindical, y promesas de orden que terminan en fotos para el archivo muerto. ¿Recuerdan las “limpias” de antaño, con maquinaria arrendada a precio de oro y resultados que no pasan de la primera quincena? La historia es un ciclo vicioso: se anuncia con fanfarria, se ejecuta a medias y se abandona al primer tropiezo presupuestal o político. El sello de Cuernavaca no es la eficiencia, sino la frustración crónica.
Entra en escena el alcalde José Luis Urióstegui Salgado, con su flamante estrategia de “movilidad inclusiva” que prioriza peatones y vulnerables, según el boletín oficial de hoy. ¡Bravo! Un andador urbano en el camellón central, con reductor vial tipo tope trapezoidal, para evitar esos puentes peatonales que nadie usa porque escalan como el Everest. Suena bonito en papel: accesibilidad para sillas de ruedas y andaderas, eficiencia vial, hasta un guiño a la pirámide de movilidad urbana. Pero, por favor, ¿de verdad creemos que esta obra de 788 mil pesos del FAISMUN va a transformar el gueto ambulante en un oasis ordenado? O es solo el último capítulo de un guion predecible.
El secretario Demetrio Chavira de la Torre detalla el plan: empezar por el camellón y banquetas, luego los carriles de alta y baja velocidad, sin cerrar la vialidad por completo. ¡Qué consideración! Y para rematar, un operativo vial de Javier Tencle Santiago que reubica taxis y puestos ambulantes, con balizas en paraderos para “mayor certeza”. Ahí está el quid: reordenamiento del comercio informal, reforzado desde el arranque de la administración, dice Óscar Cano Mondragón. ¿Reforzado? Si en los últimos meses hemos visto más vendedores que en el Mercado de la Merced, esto no es refuerzo, es cosmética. Prometen balizar y reubicar, pero ¿dónde? ¿En el siguiente quiosco improvisado, listo para invadir de nuevo?
Lo que más escuece es esa promesa de oro: terminar los trabajos en 30 días naturales. Treinta días. ¿En serio? En Cuernavaca, donde las obras públicas se eternizan como telenovelas, un mes es una utopía. Recuerden el “rápido” arreglo de la avenida Morelos o las banquetas eternamente en obras del centro histórico. Esta cifra no es un compromiso, es un chiste cruel para los que transitan a diario por Plan de Ayala, esquivando carritos de elotes y mototaxis. ¿Qué pasará cuando llueva, o cuando el FAISMUN se atasque en trámites, o cuando los “afectados” monten su inevitable plantón? Los 30 días serán el primer espejismo.
No nos engañemos: este anuncio es el clásico placebo municipal, una inyección de optimismo para distraer de la crónica desidia. El Ayuntamiento refrenda su “compromiso con el bienestar”, pero sin dientes ni seguimiento, estas palabras son solo confeti. Ciudadanos de Cuernavaca, abran los ojos: exijan no promesas, sino resultados medibles, con plazos reales y sanciones por incumplimiento. De lo contrario, la burra seguirá volviendo al trigo, y nosotros, pagando el precio de la movilidad frustrada. ¿Cuántas “obras transformadoras” más necesitamos para aprender la lección?