PARTIDOS: NULA REPRESENTATIVIDAD
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 17 de junio de 2024
Tras el triunfo de Vicente Fox Quesada, entonces candidato del PAN a la presidencia de la República, el insigne maestro Edgar Jiménez, politólogo adscrito a la plantilla de catedráticos de la Universidad Iberoamericana, comentó lo siguiente a principios de agosto del año 2000:
“Hay quienes añoran los mejores tiempos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder. Sin embargo, no se han percatado de que YA DEJARON DE SER ACTORES y están siendo relevados por los cuadros de la RENOVACIÓN GENERACIONAL”.
Así lo pronosticó cuando nos impartía clases durante un diplomado de análisis político en las antiguas instalaciones de la Ibero en Capuchinas, cerca del Teatro de los Insurgentes. Y hoy, luego de 53 años de ejercicio profesional, nuevamente veo cumplidas aquellas palabras, casi al final del presente sexenio.
Estamos atestiguando la debacle de varios partidos políticos, abarcando al PRI y el PRD. Este último está condenado a su extinción. El advenimiento de los nuevos tiempos proyecta con absoluta claridad a quienes están escribiendo la historia, lo cual no solo acontece en México, sino en otras partes del mundo.
Respecto al destino de partidos políticos mexicanos condenados a su desaparición, han sido ellos y nadie más, con dirigentes nacionales venales, los que desde hace muchos años perdieron la esencia que les confería el artículo 41, inciso I de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Ahí leemos lo siguiente:
“Son (los partidos políticos) entidades de interés público y la ley determinará las normas y requisitos para su registro legal, las formas específicas de su intervención en los procesos electorales, así como los derechos, obligaciones y prerrogativas que les corresponden; tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, fomentar el principio de paridad de género, contribuir a la integración de los órganos de representación política y, como organizaciones ciudadanas, hacer posible su acceso al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo”.
Más claro, ni el agua. Podríamos resumir dicha esencia en el servicio absoluto a los ciudadanos mexicanos. Sin embargo, tales preceptos constitucionales muchas veces fueron quebrantados por quienes se creían propietarios de tal o cual instituto político. En ningún lado nuestra Carta Magna señala la concesión de los partidos como patrimonio, franquicia o cacicazgo de alguien, a la manera de Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo. Por eso precisamente reciben prerrogativas provenientes de los contribuyentes.
MORENA Y LA NUEVA REALIDAD
El Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) fue fundado el 2 de octubre de 2011, siendo Andrés Manuel López Obrador su principal promotor, seguido de una pléyade de mujeres y hombres hoy adscritos a la denominada Cuarta Transformación o 4T. En su mayoría se trataba de personajes provenientes del antiguo PRI, como lo era López Obrador (fue presidente del tricolor en Tabasco), pero sobre todo del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Es importante hacer notar que la lucha del macuspano en 2006 y 2012 colocó a infinidad de sus seguidores en cargos relevantes de elección popular, pero también dentro de gobiernos locales emanados del partido del sol azteca, gracias a lo cual hubo quienes consiguieron labrar un patrimonio o hasta enriquecerse a costa del erario mediante el tráfico de influencias y los negocios al margen legal.
Así llegó 2018. Con mayor poder, los de la 4T ocuparon (y ocupan) infinidad de cargos públicos y espacios relevantes muy bien pagados, en las cámaras del Congreso federal, en el gobierno de la República, en 23 gobiernos estatales, en los congresos locales y en miles de ayuntamientos. Ni duda cabe: Morena sustituyó al PRI y al PRD como una magnífica agencia de empleos. La historia se repitió en 2024. El partido guinda ganó en las elecciones del pasado 2 de junio casi todos los cargos disputados. Se llevó todo y condenó a varios partidos a su extinción.
Hoy, por lo menos cuatro de los 12 partidos políticos registrados ante el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac) están a punto de perder su adscripción. Ojalá y la siguiente reforma electoral, promovida por la nueva legislatura federal, abarque un análisis profundo de las laxas condiciones establecidas a cualquier cantidad de agrupaciones políticas cuyo objetivo es constituirse en partidos, solo para convertirse en lucrativos negocios. Desde luego, varias de esas franquicias conservarán su registro, tras haber sido rémoras de Morena o del PAN.