PERO QUÉ NECESIDAD
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 28 de marzo de 2025
“Pero qué necesidad, para qué tanto problema”, cantaba Juan Gabriel, y parece que Arturo Ávila, vocero de los diputados de Morena, tarareaba algo parecido este miércoles al hablar del caso de Cuauhtémoc Blanco. Con tono firme, Ávila dejó claro que el exgobernador y actual diputado federal pudo ahorrarse —y ahorrar al partido— un desgaste político innecesario. Bastaba con que se presentara desde el principio ante la Fiscalía de Morelos para enfrentar las acusaciones de tentativa de violación que pesan en su contra. Sin embargo, Blanco prefirió el camino largo, y aunque el fuero lo cobija como legislador, Ávila insistió en que eso no lo blinda: si hay pruebas sólidas, con fuero o sin él, podría ser detenido.
Este jueves, Blanco finalmente dio el paso y acudió a la Fiscalía, pero el resultado fue un eco vacío: no pasó nada. Lejos de aclarar el panorama, su comparecencia voluntaria destapó las costuras de una investigación que parece tambalearse. La Fiscalía no le permitió acceder a la carpeta de investigación, y tanto él como su abogada denunciaron irregularidades, sugiriendo que algo se oculta o, peor aún, que el caso no tiene el sustento que debería. “Para qué tanto problema”, diría Juan Gabriel, si al final el asunto parece más un circo mediático que una búsqueda seria de justicia.
Ávila, en su crítica, no sólo señaló la actitud de Blanco, sino que puso el dedo en la llaga del desgaste político que esto significa para Morena. “Nos hubiera ahorrado un desgaste político a todas y a todos”, afirmó, dejando entrever que el partido tuvo que cerrar filas para proteger el debido proceso y el derecho de la víctima, más que al propio Blanco. Porque, aunque la Cámara de Diputados rechazó el desafuero con 291 votos a favor del dictamen que lo consideró improcedente, el mensaje fue claro: el fuero no es un escudo eterno. Si la Fiscalía hiciera bien su trabajo, como dijo Ávila, ni el canto más melodioso de Juan Gabriel salvaría a Blanco de enfrentar las consecuencias.
“Yo tan feliz que estaba con mi vida”, podría lamentarse Blanco, pero la realidad es que este episodio deja más preguntas que respuestas. La Fiscalía de Morelos, con sus aparentes tropiezos, y Blanco, con su tardía aparición, han convertido esto en un sainete que ni el romanticismo de Juan Gabriel podría endulzar. Al final, Ávila tiene razón: presentarse a tiempo pudo haber evitado tanto ruido. Pero qué necesidad, diría el Divo de Juárez, de alargar un drama que, por ahora, solo parece desinflarse entre reflectores y acusaciones sin rumbo claro.
Respecto a lo declarado por Ávila, de que con todo y fuero Blanco podría ser detenido, Ricardo Monreal, líder de los diputados federales morenistas, lo corrigió e indicó que mientras no se retire tal inmunidad, nadie puede ser asegurado por autoridad alguna. Y también invitó a Ávila a sus clases de derecho en la UNAM.