POLICÍAS COLUDIDOS CON CRIMINALES
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 17 de 2025
El estado de Morelos ha enfrentado una grave crisis de seguridad en épocas anteriores, marcada por el incremento significativo en delitos de alto impacto. Uno de los factores clave que contribuyó a esta situación fue la corrupción y la vinculación de policías municipales con grupos criminales.
Esta relación corrupta permitió que la delincuencia organizada operara con mayor impunidad, deteriorando aún más el tejido social y la confianza pública en las instituciones de seguridad. Históricamente, la falta de supervisión y control por parte de las autoridades federales y estatales propició que estas prácticas corruptas se mantuvieran, dejando a las policías municipales en una situación de descontrol y facilitando la infiltración criminal. Recordamos algún momento en que, durante un cateo del Ejército Mexicano en la zona sur, hallaron una “narcolibreta”, misma que tenía registrados los nombres de varios presidentes municipales y mandos policíacos, con las cifras económicas recibidas mensualmente por cada uno. En otra columna me referiré a ese tema.
En el contexto actual, los alcaldes de Cuernavaca y Temixco se encuentran en el ojo de la tormenta, abriendo un debate crucial sobre cómo abordar esta problemática endémica. José Luis Urióstegui, alcalde de Cuernavaca, ha solicitado formalmente al gobierno estatal que se investigue a los mandos y agentes de la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano (Seprac), evidenciando una preocupación palpable por la integridad y eficacia de las fuerzas policiales. Por su parte, el alcalde de Temixco, Israel Labra Piña, ha denunciado públicamente la existencia de policías coludidos con delincuentes, reconociendo una realidad que, aunque no es nueva, requiere de acciones inmediatas y contundentes para revertir la situación. Casos de violencia en las dos municipalidades, pero también en Jiutepec y Huitzilac, por citar dos localidades más, podrían estar revelando los vaivenes en la relación crimen-corporaciones.
La demanda de Urióstegui y las declaraciones del alcalde de Temixco no solo destapan un problema de corrupción dentro de las corporaciones policiacas, sino que también reflejan una lucha por recuperar la confianza ciudadana en las autoridades de seguridad.
La corrupción policial no solo debilita la capacidad operativa de las fuerzas del orden, sino que también mina el espíritu comunitario, al fomentar un ambiente de miedo y desconfianza. Es crucial que las investigaciones y acciones subsecuentes no se queden en promesas, sino que se traduzcan en medidas concretas que incluyan purgas, reentrenamiento y la implementación de mecanismos de vigilancia y rendición de cuentas más estrictos.
El debate actual pone en evidencia la necesidad de una reforma profunda en la estructura y operación de las policías municipales de Morelos. La colaboración entre los niveles de gobierno es indispensable para desmantelar las redes de corrupción y para que las comunidades puedan sentir una mejora real en su seguridad. Además, es imperativo que las autoridades estatales y federales tomen un rol más activo en la supervisión y apoyo a las policías locales, asegurando que no sean abandonadas a su suerte. Sin esta intervención integral, el ciclo de inseguridad y corrupción podría perpetuarse, afectando no solo a Morelos, sino también a la percepción general de la seguridad en el país.