Presumen el C-4 de Cuernavaca a residentes de la gigantesca ciudad de Jiangsu, China, donde existe uno de los más importantes sistemas de videovigilancia del mundo
En un esfuerzo por fortalecer la seguridad ciudadana y estrechar vínculos internacionales, el presidente municipal de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, recibió este martes a una delegación de empresarios de la Cámara de Comercio de Jiangsu, China, encabezada por el vicepresidente Zhengjie Zhao, en las instalaciones del Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C4) de la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano (SEPRAC).
Un boletín enviado por la oficina de Comunicación Social del Ayuntamiento capitalino, además de lo anterior, agregó que durante el recorrido los visitantes conocieron “las herramientas tecnológicas de última generación con las que opera el C4, incluyendo la integración de cámaras de videovigilancia en espacios públicos, negocios y hogares, así como la aplicación móvil que permite a la ciudadanía y visitantes solicitar ayuda en tiempo real. Esta infraestructura, impulsada por la pasada administración de Urióstegui Salgado, ha sido clave en la prevención del delito y la reducción de tiempos de respuesta ante emergencias”.
Así las cosas, pasemos ahora a examinar solo algunos datos referentes al sistema de videovigilancia en Jiangsu, China.
Es un componente clave de la red nacional “Skynet”, una de las infraestructuras de monitoreo más avanzadas del mundo.
Esta provincia, con ciudades como Nanjing, Suzhou y Wuxi, alberga una densa red de cámaras equipadas con inteligencia artificial y reconocimiento facial, implementadas por gigantes tecnológicos como Hikvision, Dahua Technology y Alibaba. Aunque no existen datos públicos precisos sobre el número exacto de cámaras en Jiangsu, su importancia económica y alta urbanización sugieren una cobertura significativa, probablemente comparable a regiones como Shanghái. Estas tecnologías se utilizan para optimizar la seguridad pública, gestionar el tráfico y monitorear espacios como universidades, estaciones de tren y áreas rurales a través de iniciativas como “Sharp Eyes” y “Safe Cities”.
La videovigilancia en Jiangsu destaca por su integración con sistemas de IA que permiten analizar datos en tiempo real, identificar comportamientos sospechosos y predecir incidentes. Por ejemplo, en Nanjing, se han reportado casos de uso en universidades para monitorear la asistencia estudiantil mediante escáneres faciales, lo que refleja la sofisticación y alcance de estas tecnologías. Además, proyectos como “City Brain” de Alibaba optimizan la planificación urbana al procesar datos de cámaras en tiempo real, mejorando la eficiencia en el transporte y la seguridad.
A pesar de sus beneficios, el sistema genera preocupaciones significativas sobre la privacidad y los derechos humanos. La recolección masiva de datos biométricos sin consentimiento explícito, junto con la ausencia de leyes robustas de protección de datos, plantea riesgos de abuso. Organizaciones como Human Rights Watch han señalado que sistemas similares en China se utilizan para monitorear disidentes, aunque no hay evidencia específica de esto en Jiangsu comparable a Xinjiang. La población, según encuestas, también teme filtraciones de datos, un problema agravado por la opacidad de las empresas y el gobierno.
En conclusión, el sistema de videovigilancia en Jiangsu representa un equilibrio entre innovación tecnológica y desafíos éticos. Mientras mejora la seguridad y la gestión urbana, su implementación masiva sin salvaguardas claras de privacidad suscita debates sobre el control social. Para comprender mejor su impacto, sería crucial acceder a datos más detallados, aunque las restricciones del entorno informativo chino lo hacen difícil. Este sistema refleja tanto el avance tecnológico de Jiangsu como las tensiones globales entre seguridad y libertad individual. Lo totalmente cierto y útil es la absoluta prevención del delito.