PUNTO DE QUIEBRE
PERSPECTIVA
Por Marcos Pineda Godoy
Lunes 27 de enero de 2025
Hasta el momento, la tensa relación del gobierno mexicano con el de los Estados Unidos ha caminado sin tantos aspavientos mediáticos ni consecuencias críticas, en materia económica, migratoria o de combate al crimen organizado. El propio Donald Trump declaró a distancia, ante los asistentes al Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, estar tratando muy bien con México.
Esa percepción de entendimiento y cooperación para con México podría ya bien mantenerse o cambiar en los siguientes días, incluso antes de terminar el mes de enero. Dependerá del cumplimiento por parte de Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta mexicana, a las demandas que para el republicano significan cooperación.
Con respecto a México, entendamos, con toda claridad, algo sobre la problemática: para Trump, cooperación y colaboración se traducen en detener la migración ilegal, por todos los medios posibles, aceptar la revisión del acuerdo de libre comercio, ya en lo inmediato, sin esperar al 2026, y tomar acciones, reales y efectivas, contra las bandas del crimen organizado, particularmente las dedicadas a la producción y distribución de las drogas con fentanilo, así como al tráfico de personas.
Las primeras dos no tienen mayor problema. Antes del inicio formal del nuevo gobierno norteamericano, Sheinbaum dio muestras de tomar cartas en el asunto, frenando las caravanas provenientes de Centroamérica y estar dispuesta a aceptar sin problema a los deportados en la frontera norte para intentar, luego, devolverlos a sus países de origen, si así ellos lo aceptan. Ya dijo no oponerse, en una mañanera de la semana pasada, a la revisión del tratado de libre comercio, minimizando sus posibles consecuencias, para no despertar síntomas de alerta en el entorno empresarial y financiero.
Hasta ahí, no parece haber molestias por parte del vecino. Sin embargo, para Trump se trata de un paquete, del todo o nada, del sí o sí, pues esa es su manera de apostar y arriesgar en las negociaciones, cuando tiene de su lado todas las ventajas, asumiendo los costos, sean cuales sean, no importa si impactan en la economía norteamericana.
Pero, el punto de quiebre puede venir en materia del combate al crimen organizado. Como a muchos mexicanos, a Donald Trump no le importa si el gobierno de Sheinbaum reconoce o no que se dejó crecer, expandirse y fortalecerse al crimen organizado durante el sexenio anterior, como nunca. Lo importante, la demanda, es se frene, detengan y procesen a los líderes de las bandas, junto a los políticos coludidos con ellas. Por eso ha habido, casi todos los días, detenciones de cabecillas, mayores o menores. Si esas acciones, por parte del gobierno mexicano, no son consideradas como suficientes por Trump, entonces sí cobrará vigencia la amenaza de llevar a cabo operaciones unilaterales, en territorio mexicano.
La presidenta de la República ha transitado por dos pistas: la del discurso defensor de la soberanía y la independencia, como si corriera riesgo el país de una invasión, no aceptando ningún tipo de intervencionismo, pero, al mismo tiempo, la de llevar a cabo, en la práctica, acciones tendientes a cumplir las exigencias de Trump. Da la impresión de estar librando la batalla, aunque falta la prueba de fuego, el posible punto de quiebre, no cosmético, sino efectivo combate al crimen organizado.