¿QUÉ PASA CON LA JUVENTUD? EL ENIGMA DE LOS VIDEOS VIRALES
AGENDA DIARIA
Por Regina M. Cinta Becerril
Viernes 06 de junio de 2025
¿Por qué un joven grabando un video aparentemente “tonto”, sin gran destreza técnica, puede acumular millones de vistas en redes sociales? Esta pregunta, inspirada en un reciente post en Twitter, resuena entre quienes observan con desconcierto la fiebre de la viralidad digital. Lejos de ser un simple capricho juvenil, este fenómeno revela dinámicas profundas sobre la juventud actual, explicadas desde la psicología, la sociología, la antropología, la comunicación y la tecnología. Acompáñenme a desentrañar este enigma.
La psicología de la atención
Los jóvenes que crean y consumen estos videos responden a una necesidad humana básica: la validación. En la adolescencia y adultez temprana, la aceptación social es crucial, y plataformas como TikTok o Instagram la ofrecen a través de likes y comentarios que liberan dopamina en el cerebro. Un video “tonto” que se viraliza no solo otorga fama instantánea, sino que permite a los jóvenes experimentar con su identidad, proyectando autenticidad o humor. Además, imitan lo que ven premiado en otros, un comportamiento explicado por la teoría del aprendizaje social. No es solo hacer el tonto: es conectar emocionalmente en un mundo digital.
Una sociedad del espectáculo
Desde la sociología, la viralidad refleja un cambio cultural. Las redes sociales han democratizado la fama, permitiendo que cualquiera, sin talento tradicional, alcance notoriedad. Esto es parte de lo que Guy Debord llamó “la sociedad del espectáculo”, donde el entretenimiento prima sobre la profundidad. Los videos “tontos” son breves, impactantes y fáciles de consumir, ideales para una audiencia saturada de estímulos. Además, los jóvenes forman “tribus digitales” que comparten códigos como memes o bailes, reforzando su sentido de pertenencia. No es decadencia, sino una redefinición del éxito en la era digital.
Rituales modernos
La antropología nos invita a ver estos videos como rituales juveniles. Así como en otras épocas los jóvenes desafiaban normas con rebeldía, hoy lo hacen con videos que celebran la espontaneidad. En un mundo de contenido pulido, lo “tonto” o imperfecto se percibe como auténtico, un valor clave en la cultura digital. Además, la globalización permite que un baile o un chiste trascienda fronteras, conectando a jóvenes de todo el mundo mediante lenguajes visuales universales. Estos videos no son frívolos: son expresiones de identidad en un contexto global.
El poder de los algoritmos
Desde la comunicación, la clave está en cómo funcionan las plataformas. Los algoritmos de TikTok priorizan contenido que genera reacciones rápidas, y un video “tonto” suele ser breve y sorprendente, ideal para compartir. La cultura del meme, basada en formatos repetitivos como retos o audios virales, alimenta este ciclo. Además, la baja barrera de entrada —cualquiera con un celular puede crear— fomenta la participación masiva. No se trata solo del contenido, sino de cómo las plataformas lo amplifican, y los jóvenes dominan estas reglas intuitivamente.
Tecnología al servicio de la viralidad
Finalmente, la tecnología es el motor de este fenómeno. Los smartphones y las apps de edición facilitan la creación instantánea, mientras que los algoritmos de inteligencia artificial personalizan el contenido para cada usuario, maximizando su alcance. El “efecto red” de las plataformas asegura que un video simple pueda llegar a millones en horas. Los jóvenes no solo crean: aprovechan una infraestructura diseñada para la viralidad, donde la calidad técnica importa menos que el impacto emocional.
Un nuevo lenguaje juvenil
Lejos de ser un problema, la fiebre por los videos “tontos” muestra cómo los jóvenes se adaptan a un mundo donde la atención es el mayor premio. No buscan perfección, sino conexión y autenticidad. En este contexto, la juventud no ha “perdido” nada: simplemente habla un idioma nuevo, moldeado por la tecnología y la cultura digital. La próxima vez que veas un video viral, pregúntate: ¿es solo un joven haciendo el tonto, o es un reflejo de nuestro tiempo?