¿QUIÉN TRAICIONÓ A QUIÉN?
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 12 de septiembre de 2023
Marcelo Ebrard Casaubón volvió a saltar este martes sobre la palestra pública, durante una desangelada conferencia de prensa en la cual los representantes de medios informativos esperaban una definición del ex canciller mexicano, tras la unción de Claudia Sheinbaum como Coordinadora de Defensa de la Cuarta Transformación, nombramiento equivalente a candidata presidencial del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Pero Ebrard solo se limitó a lanzar una nueva “advertencia” a la dirigencia nacional de Morena, bajo el siguiente tenor: aguardará la resolución sobre la impugnación presentada por él en contra de la famosísima encuesta donde Sheinbaum resultó triunfadora; estará con un pie dentro y otro fuera pues, según indicó, si las cosas permanecen igual, “ya no tendría interés en estar en Morena”. Y el 18 de septiembre iniciará otros recorridos por el país, para crear su propio partido, mismo que se llamaría Movimiento Progresista.
Aquí es importante hacer dos preguntas: ¿Quién traicionó a quién? ¿Marcelo Ebrard al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, o el hombre nacido en Macuspana a su ex secretario de Relaciones Exteriores?
A juzgar por la decisión, aparentemente muy bien pensada, Ebrard se siente traicionado por López Obrador, a quien casi ni se le da lo contrario de lo que pregona en el sentido de “no robar, no mentir y no traicionar”. A estas alturas de su paso por la vida pública mexicana, hasta un niño de sexto grado conoce el estilo personal de AMLO, fundamentado en la traición.
Aquí haré una diferencia entre lo que es una simple ojetada y lo que significa la traición. Una ojetada nos la puede hacer cualquiera y de nosotros depende si nos molesta o no. Basta con colocar un sello en la frente de los ojetes para identificarlos siempre como tales. Y el caso no pasa de una buena molestia.
Pero la traición la comete un allegado, alguien en quien siempre confiamos; un cómplice, socio o allegado fraternal al que beneficiamos sobremanera de manera económica; los sujetos que nos prometieron algo muy, pero muy importante, pero nunca lo cumplieron. Esos son los traidores. Y la traición duele, duele mucho. Por eso Marcelo Ebrard está dolido. Su actitud es similar a la de alguien despechado. Un marido traicionado o una esposa despechada son capaces de todo, hasta de asesinar.
Lo ejecutado hasta ahora por el ex titular de la SRE no tiene como destinataria a Claudia Sheinbaum, sino a López Obrador quien, hasta este lunes (de viaje por Chile), ni sudaba, ni se acongojaba. Cualquiera sabe que, fiel a su forma de ser, el tabasqueño hará oídos sordos ante las nuevas exigencias de Ebrard, quien, infructuosamente, busca la cancelación y la reposición del procedimiento electivo de la candidata presidencial. No será posible. Las fuerzas internas de Morena han avanzado de manera notable en nuevas decisiones, en gran parte asumidas por Sheinbaum. Es probable que este martes Augusto López Hernández rinda protesta como presidente nacional de Morena, en sustitución de Mario Delgado Carrillo, quien tendrá los siguientes escenarios: ser candidato para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México (me parece que no irá por ahí); aceptar ser senador de la República o diputado federal; o irse a su casa con cajas destempladas. Ha robado lo suficiente. Tiene consolidada su situación patrimonial.
En lo personal no creo que Ebrard busque ser candidato por Movimiento Ciudadano o que sus fichas le alcancen para fundar un nuevo partido y lanzarse como candidato presidencial del Movimiento Progresista en los comicios de 2024. Ahí no ganará, pero golpeará por igual a Sheinbaum y a Xóchitl Gálvez. O sea: participará nomás por chingar, en una elección a tercios.
Ahora, a esperar el 18 de septiembre, plazo establecido por Ebrard al Consejo Nacional de Morena para responder a sus exigencias. Mientras tanto le recomiendo un magnífico libro de los politólogos franceses Denis Jeambar e Yves Roucaute, titulado Elogio de la Traición: el arte de gobernar por medio de la negación. Ahí aparecen él y, desde luego, López Obrador.
Anoten ustedes el siguiente dato: Un partido político nuevo en México deberá esperar hasta enero del 2025 para iniciar su constitución. Así lo dice el artículo 11 de la Ley General de Partidos Políticos. En 2024 sólo competirán 7 nacionales: PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC y Morena.