Se les fue sin pagar, un interno de la clínica Concordia; falso secuestro provocó gran movilización policial
¡Ay, nanita! Este jueves, que por cierto es hoy mismo (23 de octubre de 2025), se armó el desgarriate en la colonia Maravillas. Imagínense: la Policía Estatal y Municipal montando un operativo de película de narcos, con sirenas a todo lo que da y helicópteros zumbando, todo por un supuesto secuestro express en una clínica de rehabilitación en la calle Cataluña.
Los reportes iniciales pintaban un thriller de Hollywood: a las 11:00 horas, una llamada de auxilio grita que un comando armado irrumpe en la clínica, somete al personal como en “El Padrino” y se lleva a rastras a un paciente de 56 añitos que andaba ahí curándose sus “demonios internos” (léase: adicciones varias).
La pobre gente pensó que era el fin del mundo, con el tipo metido en una Suburban negra rumbo a la autopista México-Cuernavaca, dejando un rastro de pánico y facturas pendientes. Pero ¡sorpresa, morra!
Minutos después, el telón se cae y todo resulta ser un chiste de mal gusto entre particulares. No hubo balazos, ni cuernos de chivo, ni villanos con máscaras de luchadores. El “secuestrado” nomás decidió que ya estaba harto de las terapias grupales y los cafés descafeinados, y se largó con unos “conocidos” (¿familia? ¿carnales del vicio?) sin soltar ni un peso de los 200 mil varos que les debía a la clínica por su estancia VIP en el “spa de los recaídos”.
¡Órale! En vez de un plagio federal, fue un plagio de cartera: el cuate abandonó el tratamiento a medias porque, total, ¿quién necesita rehabilitarse cuando puedes deber como rey y salir de fuga? La poli acordonó la zona por nada, la Fiscalía se rascó la cabeza, y la clínica se quedó con las manos en la masa (y el alma en pena por esa lana que se voló).
Moral de la historia: en Cuernavaca, hasta las deudas de rehab se van armando con operativos de alto calibre. ¿Próximo paso? ¿Un GoFundMe para pagar la terapia del estrés post-falso-secuestro? ¡Ja! Si ven a un señor de 56 corriendo con maletas y una sonrisa pícara, avisen: la clínica lo busca… pero no con metralleta, sino con un cobrador amistoso
