SEMBRANDO ODIOS
OPINIÓN
Por Carolina Ruiz Rodríguez*
Lunes 1 de septiembre de 2025
La situación de las y los migrantes en Estados Unidos, sean o no documentados, es sin duda complicada, y todo indica que lo peor está por venir.
Más allá de las disposiciones antiinmigrantes implementadas por el actual gobierno estadounidense, hoy las y los migrantes han quedado atrapados en medio de la polarización política, los discursos electorales y los conflictos entre distintos actores de ese país.
Además de criminalizarlos por el simple hecho de ser migrantes, desde el discurso oficial se les está cosificando. Es decir, se les reduce de su condición de personas a la de objetos, negándoles humanidad. En la narrativa del gobierno de los Estados Unidos, las y los migrantes ya no son vistos como seres humanos, ni como fuerza laboral, mucho menos como aliados con sueños y aspiraciones legítimas. No, se les etiqueta como enemigos, criminales, delincuentes o, en el mejor de los casos, como simples cifras.
Un ejemplo de ello se encuentra en el análisis publicado el pasado martes 26 de agosto por el periódico El Universal, bajo el título “El discurso del ICE deshumaniza a los migrantes”. En este estudio, especialistas señalan que los comunicados del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), utilizan el lenguaje y las imágenes como herramientas de manipulación para deshumanizar a los migrantes y presentarlos como una amenaza.
La investigación revisó los 38 boletines del ICE emitidos en los primeros siete meses de la administración de Donald Trump y los comparó con los 93 comunicados de los últimos siete meses del gobierno de Joe Biden. El hallazgo es preocupante: en ambas gestiones se repite una constante: la de asociar la migración con la criminalidad y justificar políticas de control.
Por ejemplo, en los 38 comunicados emitidos durante la actual administración de Donald Trump, se utilizaron en casi 50 ocasiones expresiones como “extranjeros delincuentes peligrosos”, “extranjeros delincuentes” o “extranjeros ilegales delincuentes”. Lo grave, advierten, es que al colocar la palabra ilegal junto a extranjero se genera una asociación que deriva en una generalización ilegítima: la idea de que todos los extranjeros son ilegales. A este recurso lingüístico se le denomina “colocación”, y en este caso sirve para construir una narrativa en la que cualquier migrante —legal o no— es percibido como enemigo.
El análisis también advierte sobre la manipulación visual: en el material del ICE no aparecen mujeres, familias, ancianos o niños. Solo hombres adultos, uniformados, esposados, con la cabeza gacha… una composición visual que los presenta como sumisos y peligrosos al mismo tiempo. Asimismo, los comunicados fomentan la polarización mediante expresiones de contraste como “nuestras comunidades” frente a “extranjeros ilegales” o “no ciudadanos”.
Estos términos aparecen tanto en la administración de Biden como en la actual, lo que evidencia que el problema no es exclusivo de un partido o de un gobierno. Como lo explica la Dra. Laura Camargo, el uso constante de delitos de alto impacto en los comunicados del ICE constituye “una estrategia para crear una narrativa de peligro que refuerce la necesidad de control, generando una estigmatización que presenta a los migrantes como extremadamente peligrosos”.
De hecho, datos oficiales del propio ICE analizados por el Centro de Información de Acceso a Registros Transaccionales, muestran que hasta junio de 2025, el 43.7% de las personas detenidas no tenían antecedentes penales. La mayoría solo registraba faltas menores, como infracciones de tránsito.
Lo anterior confirma que, a través de la deshumanización y la cosificación de las y los migrantes desde el discurso oficial en Estados Unidos, lo que realmente se está sembrando es odio. Un odio que alimenta la polarización entre estadounidenses y “extranjeros” —sean legales o no—, que justifica acciones violatorias de derechos humanos como redadas y deportaciones masivas, y que, al mismo tiempo, desvía la atención de los múltiples problemas que enfrenta ese país.
Lo que hoy vemos desde Estados Unidos es una estrategia peligrosa: se construye un enemigo inexistente para dividir, manipular y cosechar votos. Pero ese enemigo no son los migrantes, son hombres, mujeres, niñas y niños que buscan lo mismo que cualquiera de nosotros: vivir con dignidad.
Desde Morelos, no podemos ser indiferentes. Como sociedad mexicana, tenemos la obligación moral y política de alzar la voz en defensa de quienes han sido deshumanizados y utilizados como herramienta electoral. Callar ante esta siembra de odios es ser cómplices de la injusticia.
Hoy más que nunca debemos recordar que la migración no es un delito, es un derecho humano. Frente al odio, corresponde responder con solidaridad, empatía y humanidad.
* Diputada local presidenta de la Comisión de Atención a Personas Migrantes en el H Congreso del Estado de Morelos.