¿Sirve de algo la polarización política actual en México? La respuesta es un contundente NO
LA CRÓNICA DE MORELOS
Miércoles 19 de noviembre de 2025
Imagina un país que se desangra todos los días: 100 asesinatos diarios, miles de desaparecidos, hospitales sin medicinas, escuelas que enseñan menos que hace 20 años, jóvenes que se van porque aquí no hay futuro. Y en medio de esa tragedia nacional, la clase política y sus corifeos en redes dedican el 90 por ciento de su energía a gritar “¡traidores!” o “¡chairos!” como si fuera un partido de fútbol.
Esa es la condición de México en 2025: un país en emergencia real que se entretiene viendo cómo sus líderes se dan con la cubeta mientras el barco se hunde.
No, la polarización política actual no le sirve de nada positivo a México. Al contrario, es uno de los principales obstáculos para resolver los problemas reales del país: violencia, pobreza extrema, corrupción estructural, colapso educativo y de salud, migración forzada y pérdida de competitividad económica.
Esta polarización no es un “mal necesario” ni un “motor de cambio”, es un mecanismo de control político que beneficia exclusivamente a quienes viven del conflicto y frena cualquier posibilidad de acuerdos nacionales serios.
Historia reciente: cuándo México avanzó y cuándo se estancó
- 1988-1994 (post-fraude electoral y crisis del salinismo)
Polarización altísima (Cárdenas vs Salinas). Resultado: el país entró en crisis económica brutal (1994-95), el EZLN se levantó en armas, asesinatos políticos (Colosio, Massieu), y el PRI tuvo que abrir el sistema a la fuerza. La polarización no resolvió nada por sí sola, solo aceleró el derrumbe del antiguo régimen cuando ya estaba podrido. - 2000-2006 (transición democrática con Fox)
Polarización media-baja al inicio. Se lograron avances reales: transparencia (IFAI), alternancia pacífica, estabilidad macroeconómica. Pero cuando la polarización subió (2006), todo se fue al carajo: impugnación, plantón en Reforma, “a la chingada el que se mueva”, y seis años perdidos de Calderón con el país dividido y en guerra. - 2012-2018 (Peña Nieto y el Pacto por México)
Fue el último periodo de baja polarización relativa (2012-2014). ¿Resultado? Se aprobaron 13 reformas estructurales en dos años (energética, educativa, telecom, fiscal, etc.). Muchas fueron imperfectas o mal ejecutadas después, pero México avanzó más en esos dos años de consenso que en los últimos 15 años de guerra tribal. - 2018-2025 (era AMLO-Sheinbaum)
Polarización máxima sostenida. Resultado objetivo:
- Cero reformas constitucionales relevantes que hayan mejorado la vida de la gente (las que se hicieron fueron para concentrar poder).
- Desaparición de fideicomisos, organismos autónomos, contrapesos.
- Crecimiento económico promedio de apenas 1 % anual (peor que en los sexenios anteriores).
- 180,000 homicidios en el sexenio (récord histórico).
- Pobreza estancada o aumentada según Coneval.
- Educación y salud en caída libre en pruebas PISA.
- Inversión extranjera huyendo ante la incertidumbre judicial y energética.
La conclusión es brutalmente clara: cada vez que México ha estado profundamente polarizado, ha retrocedido o se ha estancado. Cada vez que ha logrado bajar la temperatura y hacer acuerdos (aunque sean con el diablo), ha avanzado.
La polarización actual no es “pasión democrática”, es un negocio redondo para los líderes de ambos bandos:
- Un lado mantiene el poder absoluto mediante el discurso de “nosotros contra los traidores a la patria”.
- El otro lado vive de la indignación permanente y las donaciones en YouTube.
Mientras tanto, el país real (el que madruga a las 5 am en el transporte público, el que no puede pagar medicinas, el que entierra a sus hijos por la violencia) sigue exactamente igual o peor. Así que la polarización política no sirve de nada.
Es una pérdida de tiempo criminal en un país que no tiene tiempo que perder. Y entre más tardemos en reconocerlo, más generaciones vamos a condenar a la mediocridad y al sufrimiento.
