TRÁNSFUGAS EN LA POLÍTICA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 28 de julio de 2023
En alguna columna escrita durante el proceso electoral de 2021, cuyo tema fue la conducta tránsfuga de algunos politiqueros morelenses, me referí a un libro que debe ser texto básico para interpretar algunas de las decisiones de nuestros políticos, sobre todo las que asumen en tiempos preelectorales.
Estoy seguro de que en la creciente ebullición política volverán a aparecer los saltimbanquis de la vida pública local, esos que, al no ser satisfechas sus exigencias y presumiendo rentabilidades inexistentes, renunciarán a tal o cual tendencia partidista y se inscribirán en otra.
Dicho libro se llama “Elogio de la Traición”, de Denis Jeambar e Ives Roucate (franceses), articulista de “L’Express” y maestro de filosofía de la Universidad de Pitiers, respectivamente, quienes nos remontan a Sófocles: “La traición y la negación son meollo del arte político”; a Maquiavelo: “Los príncipes que han sido grandes no se esforzaron en cumplir su palabra”; y a Bacon: “Quien se niega a aplicar remedios nuevos, debe aprestarse a sufrir nuevos males, porque el tiempo es el mejor innovador de todos”.
La incipiente democracia morelense se caracteriza por la traición. Desde luego que hay sus honrosas excepciones, pero la conducta de ciertos personajes nos sirve como modelo para confirmar lo que no debe hacerse en política. La gente puede olvidar que algunos personajes sean tontos con iniciativa y hasta proxenetas, pero nunca sacará de su memoria a los que cambiaron de chaqueta. La sociedad siempre los condenará al juicio popular, al de la historia y al fracaso, si es que se atreven a buscar de nuevo un cargo de elección popular.
Empero, déjeme decirle a usted que en la democracia mexicana el porvenir pertenece a los traidores. Muchos, muchísimos de ellos, sin hacer campaña, ocupan escaños senatoriales, en la Cámara de Diputados (federal) o en los congresos estatales. Así de convenenciera y oportunista es la política nacional. Lo peor es que quienes traicionaron los principios de sus partidos originales se inmunizaron ante la crítica. Sobreviven gracias a repetirse que el futuro pertenece a los renegados.
Los tránsfugas de los partidos políticos “están guiados e identificados por un pragmatismo, aunado a una férrea defensa de sus derechos individuales, valores fundamentales de una sociedad de libre competencia y mercado político” (agregan los expertos franceses).
Así, cualquier argumento esgrimido por los nuevos saltimbanquis o tránsfugas será interpretado como “un acto racional” mediante el cual intentarían justificar el alejamiento de las organizaciones que les sirvieron como plataforma inicial en la política morelense.
Pero hay consecuencias: en el falseamiento de la representación surge la “estafa política”; el ciudadano, con su voluntad política modificada, queda en situación de indefensión; se debilita el sistema de partidos; la correlación de fuerzas resultantes de las elecciones sufre cambios con saldo negativo para los elementos del sistema; se favorece la corrupción, y aumenta la incredulidad social sobre la élite política.
Concluyo esta columna con las reflexiones del brillante dramaturgo español Tirso de Molina (1579-1648): “El traidor no es otra cosa que un déspota en apuros, que no puede hacer su voluntad, sino resignarse a desempeñar un papel secundario”.
Y ahí vienen de nuevo.