TRIUNFALISMO VERSUS RESISTENCIA
PERSPECTIVA
Por Marcos Pineda Godoy
Jueves 5 de septiembre de 2024
A lo largo del sexenio, Andrés Manuel López Obrador ha querido construir un modelo de Estado, basado en lo que denominó la cuarta transformación. En el camino encontró resistencias que hoy están llegando a la generación de un conflicto social y político que, por supuesto, tiene ya -y tendrá más- repercusiones económicas.
En retrospectiva, quizá no entendimos por qué no hizo todo lo que ahora, a marchas forzadas, está tratando de concluir, pues en sus primeros tres años pudo haber aprovechado la mayoría calificada que habría sido capaz de tener en el Congreso de la Unión, a su favor, al inicio de su gestión.
Tal vez nunca sabremos la realidad sobre si esperó a propósito o si tenía ya definido ese modelo y había planificado su instrumentación, o si, como lo deducen sus adversarios, al tiempo de los reveses y descalabros, topándose contra el freno del Poder Judicial Federal a sus abusos de poder y al desaseo legislativo, fue formulando ocurrencias que hoy conocemos con pomposos nombres, como el “humanismo mexicano”, que presenta como únicos en el mundo y producto de la voluntad del pueblo, encarnada en su persona y en un Legislativo que puede ser considerado todo, menos legítimo, autónomo e independiente.
López Obrador está muy lejos de ser el candidato que vimos en las elecciones del 2006 y hasta la del 2018. Aquel que exigía se tomaran en cuenta a las minorías, repudiaba la militarización, estaba en contra de la concentración del poder y del presidencialismo exacerbado, denunciaba las mentiras que propalaban Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, así como a las mafias que seguían dominando al país. Ahora no es, para nada, el demócrata que conocimos en esas campañas.
Tampoco es ya el presidente del 2019, cuando consideró, frente a las movilizaciones opositoras, indigno y una vergüenza que las reformas constitucionales fueran aprobadas en sedes alternas y, dijo, sería preferible esperar el tiempo necesario, así fueran meses, para poder sesionar en las sedes oficiales del Congreso. ¿Cuál es la prisa entonces? ¿Para qué aprobar como sea y en dónde sea las reformas que propuso y hasta envió, ya con todo y dictamen redactado, a la Cámara de Diputados?
La respuesta no acaba de convencer: Que eso es lo que quiere el pueblo. Y el pueblo quiere que se aprueben antes de que concluya su mandato, sin tomar en consideración las advertencias sobre los riesgos que entrañan, vengan de donde vengan. Ni de los especialistas, ni de los trabajadores, que también son pueblo, ni de los estudiantes, ni de nadie, menos de los principales socios comerciales del país. Quien sea que tenga una opinión diferente de la suya es de inmediato descalificado, si no, hasta perseguido y estigmatizado, como defensor de los intereses de la oligarquía y de los conservadores o traidor a la patria, desde la máxima tribuna en que convirtió a la conferencia mañanera.
Cualquiera, sea estudiante, profesionista, trabajador, ama de casa, científico, analista o lo que usted me diga, si razona y ata cabos, a menos que lo haga desde la perspectiva del fanatismo o la conveniencia personal, puede llegar a la conclusión de que Andrés Manuel quiere ser el presidente, él y nadie más, ni Claudia Sheinbaum, en ser el primero en tener todo el poder que emane de la Constitución y ya dejarlo así, cual herencia política, a su sucesora. Claro, siempre que en realidad se retire en forma definitiva y no salga después con que el pueblo reclama su regreso.
La aprobación, particularmente de la reforma al Poder Judicial Federal, parece más que un regalo de despedida, como dijera Mario Delgado, una ofrenda mortuoria, la cabeza sangrante del finiquito a la división y el equilibro de poderes, entregada al Tlatoani. Triunfalismo versus resistencia.
Y para iniciados:
Sigue presentando Margarita González Saravia a distinguidas y distinguidos morelenses como próximos miembros de su equipo de trabajo. También, además de trabajar, ha respondido de manera seria y con toda responsabilidad, en conferencia de prensa, a cuestionamientos sobre los temas más relevantes que interesan a la opinión pública. Nos dio mucho gusto escuchar los nombres de Margarita Estrada, Leandro Vique y Alejandra Flores en la presentación de ayer. Con ellas y él al frente de la comunicación institucional y de la educación básica, respectivamente, se percibe la posibilidad de remontar el rezago y hasta las crisis en que dejaron a esas áreas las anteriores administraciones.
La información es PODER!!!