Un teleférico o metrocable para Cuernavaca: ¿Utopía o visión de futuro?
LA CRÓNICA DE MORELOS. Lunes 09 de junio de 2025.
En un mundo donde las ciudades buscan soluciones innovadoras para sus problemas de movilidad, el alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui, ha traído a la mesa una propuesta que, a primera vista, parece sacada de un sueño futurista: un teleférico, o metrocable, que conecte la avenida Plan de Ayala con las instalaciones de la UAEM. Inspirado por los exitosos sistemas de Bogotá y Medellín, el edil plantea una alternativa para aliviar los embotellamientos en una ciudad donde el tráfico puede convertir un trayecto corto en una odisea. Pero, ¿es esta idea un paso hacia la modernización de Cuernavaca o un “sueño guajiro” condenado a quedarse en el papel?
No es difícil entender el atractivo de la propuesta. En Medellín, el Metrocable no solo ha transformado la movilidad, sino que ha cambiado vidas. Barrios antes aislados por la topografía montañosa ahora están conectados al corazón de la ciudad, reduciendo tiempos de traslado y fomentando la inclusión social. En Cuernavaca, con su terreno irregular y avenidas saturadas como Domingo Diez, un teleférico podría ser una solución creativa para estudiantes de la UAEM y residentes de zonas como Plan de Ayala. Además, se alinea con la urgencia de opciones sostenibles, un tema que resuena en foros como el reciente Día Internacional del Medio Ambiente organizado por la propia universidad. Un sistema de transporte no motorizado, de baja huella de carbono, suena como un acierto en tiempos de crisis climática.
Sin embargo, los sueños, por bellos que sean, chocan con la realidad. El principal obstáculo es el costo. Proyectos como el Metrocable de Medellín requirieron inversiones multimillonarias, algo que parece inalcanzable para un municipio con recursos limitados. Para ponerlo en perspectiva, Cuernavaca destinó 25 millones de pesos a la rehabilitación de calles en Chamilpa y 4.5 millones a un circuito vial en la UAEM. Un teleférico, con su infraestructura, mantenimiento y operación, demandaría una suma exponencialmente mayor, probablemente solo viable con apoyo estatal, federal o incluso inversión privada. Y aquí surge la pregunta: ¿es esta la prioridad de una ciudad que lucha con problemas de inseguridad, pavimentación deficiente y escasez de agua potable?
Otro desafío es la viabilidad técnica y social. Aunque la topografía de Cuernavaca podría favorecer un teleférico, no está claro si la ruta propuesta tiene la demanda suficiente para justificar la inversión. ¿Cuántos usuarios diarios harían el trayecto Plan de Ayala-UAEM? Además, la historia de Cuernavaca no es amable con proyectos ambiciosos de movilidad; el intento fallido de implementar electromovilidad es un recordatorio de que las buenas intenciones no siempre se traducen en éxito. La aceptación de la ciudadanía, clave para cualquier iniciativa de esta magnitud, es una incógnita.
A pesar de estos obstáculos, no todo es pesimismo. La idea cuenta con el respaldo inicial de investigadores de la UAEM, lo que sugiere que podría construirse sobre una base técnica sólida. Un estudio de viabilidad serio, con datos sobre costos, impacto ambiental y beneficio social, podría transformar este “sueño guajiro” en un proyecto tangible a largo plazo. Quizás el teleférico no sea para mañana, pero podría ser una semilla para el Cuernavaca del futuro, siempre que se prioricen las necesidades más urgentes de la ciudad.
El alcalde Urióstegui ha puesto sobre la mesa una visión que, aunque utópica hoy, nos invita a imaginar una Cuernavaca más conectada y sostenible. Pero los sueños requieren más que inspiración: necesitan recursos, planeación y consenso. Por ahora, el teleférico, o metrocable, parece flotar en el aire, tan etéreo como las cabinas que imagina surcando el cielo morelense. ¿Será este el inicio de una transformación urbana o solo un anhelo pasajero? El tiempo, y el presupuesto, lo dirán.