UNA ALIANZA POR CUERNAVACA MARCADA POR LA INCLUSIÓN DE MARGARITA GONZÁLEZ SARAVIA
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 23 de abril de 2025
La relación entre la gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia, y el presidente municipal de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, ha captado la atención por su carácter inédito en décadas. Desde 1976, este columnista no había visto una colaboración tan significativa entre los gobiernos estatal y municipal en la capital morelense. Este martes, en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, durante el informe de los primeros 100 días de la actual administración municipal, se consolidó un mensaje de unidad y coordinación que tiene como base la apertura y el talante conciliador de la gobernadora.
Margarita González Saravia acudió como invitada especial al evento, un gesto que simboliza su disposición a tender puentes, incluso con figuras como Urióstegui, cuya personalidad se describe como personalista y, en ocasiones, poco receptiva al diálogo. La gobernadora, con un discurso centrado en la colaboración, subrayó la importancia de “cerrar filas por el bien de los ciudadanos” y poner fin a la “relación estéril” que por años marcó la dinámica entre el estado y el municipio. Este enfoque refleja una visión incluyente y una voluntad de trascender diferencias ideológicas y políticas en favor de Cuernavaca.
La fortaleza de González Saravia radica en su capacidad para priorizar el bienestar colectivo sobre las fricciones personales o partidistas. Mientras Urióstegui, reelecto en 2024, mantiene un estilo que algunos perciben como hostil y cerrado, la gobernadora ha optado por una postura de apertura, promoviendo la unidad de esfuerzos y presupuestos para abordar retos clave como la seguridad, el desarrollo económico, el turismo y el bienestar social. Su presencia en el informe municipal no fue un acto protocolario, sino una declaración de intenciones: trabajar juntos para devolverle a Cuernavaca su esplendor.
Esta dinámica no implica ignorar las diferencias. Urióstegui, con su carácter marcado, representa un desafío para cualquier líder que busque la colaboración. Sin embargo, la gobernadora ha demostrado que la inclusión no significa uniformidad, sino la capacidad de integrar visiones distintas en un proyecto común. Su liderazgo, libre de prejuicios ideológicos, se evidencia en iniciativas previas, como el convenio con alcaldes de la zona metropolitana o su respaldo a estrategias interinstitucionales de seguridad, donde Cuernavaca ha sido un actor clave.
El contraste entre ambos liderazgos es notable, pero también complementario. Mientras Urióstegui se enfoca en consolidar su gestión con un estilo que, para algunos, carece de flexibilidad y se centra en la autopromoción futurista, González Saravia aporta una visión estratégica que trasciende lo local y busca integrar a Cuernavaca en un proyecto estatal más amplio. Su mensaje en el informe, respaldado por acciones concretas como la coordinación en seguridad y turismo, refleja un compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas, valores que fortalecen la confianza ciudadana.
La alianza entre González Saravia y Urióstegui no está exenta de retos, pero su existencia es un testimonio del poder de la inclusión. La gobernadora, con su enfoque conciliador, ha logrado que Cuernavaca y Morelos avancen hacia una colaboración que parecía improbable. Este momento histórico, como lo calificaron algunos, no solo marca un nuevo capítulo para la capital, sino que establece un precedente: el liderazgo incluyente puede transformar incluso las relaciones más complejas en oportunidades para el bien común.