Victoria o derrota, el dilema
Se sigue gastando tiempo, tinta y saliva sobre el caso del presidente de la Real Federación Española de Futbol quien, al finalizar el partido de la Gran Final del Mundial femenil, tuvo un comportamiento carente de civismo y educación. Luís Manuel Rubiales es el nombre de este sujeto, quien en el palco de honor, se tomó los genitales al escuchar el silbatazo final, sin importarle que hubiera damas y niñas, entre ellas la reina Letizia y una de las infantas, para luego durante la premiación, besar en la boca a la jugadora Jenni Hermoso, acción que le ha dado la vuelta al mundo.
Estos son los hechos. Ahora habría que pasar a lo que sigue. Cada vez más personas, agrupaciones, colectivos y clubes de futbol exigen la renuncia del dirigente. Por su parte, en un encendido discurso apenas pronunciado el fin de semana, el presidente fue categórico al afirmar hasta en tres ocasiones: “No dimitiré”.
La FIFA anunció una suspensión en las funciones del polémico directivo por noventa días, en lo que investiga el hecho. ¡Carajo!, que le están copiando a alguna fiscalía mexicana, de esas que les gusta barrer la basura y echarla debajo de la alfombra, cuando la evidencia habla por sí sola. Inexplicablemente la Federación Española ha tomado partido y lo ha hecho para respaldar a Rubiales, en una falta absoluta de empatía y sensibilidad.
Pero en mi concepto, el peor de todos, se llama Jorge Vilda, director técnico de la “Roja” femenil. El hombre estuvo en el mencionado evento donde el presidente remarcó su intención de continuar en el cargo y le aplaudió a rabiar.
Recibe críticas por ello y ahora lo vende, como buen traidor, sumándose a la reprobación general. Un hipócrita visto desde cualquier ángulo. Ahora, en un capítulo más de esta bochornosa novela, la madre del señor Rubiales, doña Ángeles Béjar, se encierra en una iglesia en Granada y anuncia que se pondrá en una indeterminada huelga de hambre, hasta que cese lo que llamó “inhumano hostigamiento” hacia la persona de su nene.
¿Qué se pierde con esta situación? El hecho de que la hazaña de las futbolistas quedó relegado a un segundo plano por el escándalo del abuso y también la credibilidad de las autoridades federativas en España.
¿Qué se gana con despedir a Rubiales? Una victoria ética, la revaloración de la independencia de la mujer para aceptar o no, algo tan cotidiano como un beso.
Una situación que suele darse desde una posición de poder y que suele escalar hasta la vejación, los golpes, la violación y muchas veces, lo vemos a diario en nuestro país, la muerte.
Que la victoria de las futbolistas españolas no quede como una anécdota de cancha, aunque sea un Mundial. La corona dura cuatro años; la lección de entereza y unidad debe quedar en la memoria colectiva para toda la vida.
Fuente Diario De Morelos.