VOTO EN CASCADA O PLAN “C”
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 13 de marzo de 2024
El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, no ha ocultado la verdad, una y otra vez durante sus conferencias mañaneras, con relación a infinidad de temas. Nunca mintió respecto a la postulación de Claudia Sheinbaum, como candidata a relevarlo, por el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ni tampoco lo ha hecho en torno al absoluto respaldo del estado mexicano a su “corcholata”.
Igualmente ha repetido día tras día la necesidad de que la base electoral de Morena vote “en cascada”, en cualquier parte del país, a favor de los candidatos a senadores, diputados federales, diputados locales y presidentes municipales (junto a sus posibles cabildos) en las entidades donde se elegirá a las respectivas autoridades locales. Me estoy refiriendo al Plan C, con el cual Morena, en caso de conseguirlo, tendría un gigantesco margen de maniobra para reformar a su antojo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano.
Por lo tanto no es de extrañar la campaña informativa ejecutada ya por Morena en las regiones del país con mayor densidad de electores, para aplicar el voto “en cascada”. ¿Qué tipo de sufragio es este? Imagine usted que ya se encuentra dentro del reducido espacio, en las mesas de votación, donde cruzará las boletas para elegir a presidenta de la República, senadores, diputados federales, diputados locales y presidentes municipales. Serán cinco boletas. Usted toma el crayón y cruza el logotipo de Morena en todas las papeletas. Sale de ese espacio y deposita las boletas en las urnas correspondientes.
Es así de simple el voto “en cascada” que, vale la pena comentar, produjo López Obrador en 2012 y 2018 a favor de infinidad de candidatos aliados, adscritos a otros partidos, pero que fueron a la contienda sumados a las coaliciones obradoristas. Recuerden que el gobernador Cuauhtémoc Blanco fue postulado en 2018 por el Partido Encuentro Social, pero, por ir ese instituto político en coalición con Morena, gracias a los votos “en cascada” fue posible su victoria.
Sin embargo, todo puede suceder en las elecciones a celebrarse el domingo 2 de junio del presente año. A diferencia del voto “en cascada”, mismo que también podría definirse como “voto duro” de los partidos, pudiera surgir el voto diferenciado, normal en democracias fuertes y bien establecidas, con el cual los ciudadanos utilizan su sufragio para no otorgar a una sola fuerza política el control total de todos los espacios políticos, impulsando con ello el equilibrio entre los poderes públicos, en la gran mayoría de los casos, el Poder Ejecutivo y el Legislativo, así como entre los tres niveles de gobierno, entiéndase el federal, el estatal y el municipal. Así entonces, pudiese darse el caso de que los electores prefieran votar por un partido para presidente de la República o gobernador y por otras instituciones políticas para que los representen en el Congreso de la Unión o en los Congresos estatales y en las presidencias municipales.
Es aquí donde deseo hacer hincapié en la decisión de los electores en el ámbito municipal y distrital, donde pesará más el perfil de los candidatos a alcaldes y diputados locales, que el de los partidos. La gente votará por alguien a quien conozcan en su vida pública y privada. Votarán por una persona conocida, pero sin tener la imagen de corrupto o ineficiente. Tocante al caso de diputados federales los votantes no se identifican con ningún partido, desconfían de los candidatos y tal vez votarán a favor de alguien conocido o más o menos identificado.
Y anoten ustedes una variable más. Entre mayor sea el grado de educación, mayor es la probabilidad de que el ciudadano se vea más apegado con el entorno y la problemática social, por lo menos al realizar el análisis de sus posibilidades, dejando de lado al candidato para ir por las propuestas de campaña. Según importantes politólogos nacionales, el 2 de junio venidero predominará el “voto emocional”. Pero en las zonas urbanas los votantes muestran una conducta distinta.
Asimismo, aparece el reto de los candidatos para convencer a los votantes indecisos. Dícese que a estas alturas del juego electoral el 50 por ciento de los ciudadanos ya decidió; el 25 por ciento lo hace entre una y dos semanas antes del día de las votaciones, y el 25 por ciento restante el mero día de la elección en la intimidad de la mesa de votación. A ver.