Escalada de violencia en la zona poniente; doble asesinato refleja la persistencia del crimen organizado
En las primeras horas de la madrugada de este 27 de agosto de 2025, la carretera Mazatepec-Puente de Ixtla se convirtió en escenario de un brutal doble homicidio que ha sacudido a la comunidad de Puente de Ixtla, en el municipio homónimo del estado de Morelos. Los cuerpos de un hombre y una mujer fueron descubiertos a la altura de la colonia 24 de Febrero, ambos con las manos atadas y evidencias claras de una ejecución sumaria.
La víctima femenina fue hallada sin ropa y con múltiples heridas producidas por arma blanca, mientras que el hombre presentaba signos similares de agresión.
Junto a los cadáveres, los perpetradores dejaron un mensaje amenazante, típico de las disputas entre grupos criminales, aunque las autoridades no han revelado su contenido exacto para no comprometer la investigación.
Este incidente preliminar, reportado por fuentes locales, ha sido confirmado por la Fiscalía General del Estado de Morelos, que ya ha iniciado las diligencias periciales para identificar a las víctimas y esclarecer los hechos. La zona, recientemente rehabilitada en su primera etapa vial con una inversión de casi seis millones de pesos para mejorar 4.2 kilómetros de pavimento, se ve ahora manchada por esta ola de violencia que parece desafiar los esfuerzos de infraestructura y seguridad.
La región poniente y sur de Morelos, incluyendo municipios como Puente de Ixtla, Mazatepec y Amacuzac, ha experimentado un recrudecimiento notable de la inseguridad en los últimos años, con un patrón de homicidios que apunta directamente a la influencia del crimen organizado. Este doble asesinato no es un hecho aislado; forma parte de una serie de eventos violentos que han marcado 2025 como un año particularmente tenso, con al menos 106 homicidios dolosos registrados solo en enero en todo el estado, muchos de ellos en la zona surponiente.
Grupos como la Familia Michoacana y remanentes de Los Rojos han intensificado sus operaciones, disputando el control de rutas de trasiego de drogas, extorsiones y narcomenudeo en áreas fronterizas con Guerrero. En Puente de Ixtla, por ejemplo, se han reportado balaceras frecuentes, como la ocurrida en febrero de 2025 en la colonia Emiliano Zapata, que generó pánico entre los habitantes. La presencia de “halcones” o informantes al servicio de estos cárteles ha complicado las labores policiales. Autoridades estatales, en coordinación con la Guardia Nacional, han realizado operativos que resultaron en detenciones clave. Sin embargo, los vaivenes en la inseguridad persisten. Recordando el pasado, esta escalada actual evoca los tiempos en que la zona poniente y sur de Morelos estaba bajo el dominio férreo de Santiago Mazari Hernández, alias “El Carrete”, líder de Los Rojos, un cártel que operaba con impunidad en Puente de Ixtla, Amacuzac y áreas colindantes hasta su captura en 2019. Durante su apogeo, en la década de 2010, “El Carrete” controlaba el territorio mediante extorsiones a comerciantes, secuestros y alianzas con autoridades locales, incluyendo a su tío, el exalcalde de Amacuzac Alfonso Miranda Gallegos, quien fue vinculado a desfalcos y nexos criminales.
En aquellos años, locatarios de mercados en al menos cuatro municipios, incluido Puente de Ixtla, eran obligados a pagar cuotas mensuales, y la violencia se extendía a colusiones con policías y diputados locales. Aunque su detención fragmentó al grupo, células remanentes y rivales como la Familia Michoacana han llenado el vacío, perpetuando un ciclo de “calentamiento” de la plaza mediante ejecuciones con mensajes, similares al de este reciente caso. La historia de “El Carrete” ilustra cómo el crimen organizado ha permeado la política y la economía local, dejando un legado de miedo que aún se siente en comunidades como Amacuzac, donde alcaldes han sido amenazados o incluso desaparecidos.
Ante este panorama, las autoridades morelenses han refrendado su compromiso con operativos conjuntos para combatir la impunidad, como los realizados en mayo de 2025 que desmantelaron células de la Familia Michoacana en Jojutla y Cuernavaca, asegurando armas y drogas. Sin embargo, la sociedad civil y figuras como el obispo Ramón Castro Castro han denunciado la “descomposición social” y la normalización de la violencia, exigiendo resultados reales más allá de discursos. En Puente de Ixtla, con su historia de disputas territoriales y su ubicación estratégica en la cuenca del río Amacuzac, urge una estrategia integral que incluya no solo represión, sino prevención y apoyo a víctimas.
Este doble homicidio sirve como recordatorio doloroso de que, sin acciones decisivas, la “calentada” de la zona podría escalar aún más, afectando la paz de miles de morelenses.