LOS CONFLICTOS, LA REALIDAD Y EL TIEMPO
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 22 de agosto de 2024
En 1993 asistí a un diplomado sobre análisis político impartido por la Universidad Iberoamericana (UI) bajo la coordinación del excelentísimo doctor en ciencia política, catedrático e investigador Edgar Jiménez, experto en transiciones políticas, gobernabilidad, grupos de presión y seguridad nacional.
A continuación, transcribiré parte de un ensayo que varios alumnos y quien esto escribe preparamos al cierre de uno de los módulos. Me parece oportuno retomar el tema frente a la cada vez más cercana entronización de Margarita González Saravia como gobernadora constitucional de Morelos, lo cual sucederá el próximo 1 de octubre.
Debido a que nuestro estado no es ninguna ínsula separada del resto de la República, no está exento de sufrir conflictos sociales y políticos internos. Lo importante será comprobar si los funcionarios por ella elegidos para ser parte de su gabinete, darán el ancho o no. Es decir, si podrán o no advertir a tiempo los conflictos, interceptarlos y darles la debida solución. Para eso serán colocados todos, dentro de lo que podría representar un gobierno transversal, donde operen de manera coordinada y no se duerman en sus laureles arguyendo cómodamente lo que hemos escuchado durante décadas: “Ese no es mi tema”. No. Esa no deberá ser la actitud, pues, como algún día le escuché decir a don Lauro Ortega Martínez: “Soy gobernador de todo Morelos; lo que pase en alguna parte del estado me corresponde”. Lo que suceda en nuestra entidad en el periodo 2024-2030 será incumbencia de González Saravia.
En este contexto, los conflictos se harán presentes (será inevitable), pero su trascendencia y/o difusión nos permitirán medir si serán de corta, mediana o larga duración, así como la intensidad.
Mientras los temas se mantengan a raya en el nivel local, desde luego bajo la pericia de Juan Salgado Brito, quien será secretario de Gobierno, y la de Javier García Chávez, próximo jefe de la Oficina de la Gubernatura, los conflictos no impactarán de manera estructural en la nueva gobernadora.
Tras décadas de haber visto la evolución de conflictos que nunca debieron dejarse a la deriva, me parece que las impugnaciones reales, objetivas, de medios estatales y nacionales son los que más afectan las estrategias de gobierno. Los funcionarios jamás deben despreciar, de entrada, a los medios informativos morelenses. Nunca será benéfico tener una mala prensa. Y le explico por qué, gentil lector.
Muchos morelenses seguramente recuerdan cuando el excelentísimo periodista morelense Sergio Parra González (finado), director general del diario La Opinión, aprovechó una visita del entonces presidente Ernesto Zedillo para decirle lo siguiente respecto de Jorge Carrillo Olea, quien en ese momento se encontraba a la diestra del mandatario federal (la escena, a un costado del Centro las Plazas): “Señor presidente, el gobernador no quiere a Morelos y Morelos no quiere a su gobernador”. Y ya ven cómo terminaron las cosas.
Aquí es importante subrayar que el estilo personal de la futura mandataria constitucional tendrá relación con la estructuración de la agenda de gobierno. A continuación, transcribiré varios textos sacados del magnífico libro de Luis F. Aguilar Villanueva, titulado “Problemas públicos y agenda de gobierno” (Editorial Porrúa, 1993), con el fin de explicar cómo ciertos funcionarios subestiman a la sociedad morelense mientras tienen oportunidad de hacerlo. Conste: también hay sus honrosas excepciones.
DIFERENTES TIPOS DE PÚBLICOS Y LA CONFORMACIÓN DE LA AGENDA.
Aguilar Villanueva escribió que “un funcionario o político debe estar consciente de que la comunicación política siempre tiene relación con la formación de la agenda sistémica o pública desde la premisa de los conflictos de grupo. Es importante preguntarse cómo los conflictos, a partir de la influencia de los grupos de presión, logran expandir su alcance, intensidad y visibilidad, hasta convertirse en asuntos públicos que demanden la intervención de instancias gubernamentales”.
Ante esto es necesario subrayar que para que un asunto específico tenga acceso a la agenda debe cumplir tres requisitos:
1.- Que sea objeto de atención amplia o al menos de amplio conocimiento del público.
2.- Que una buena parte del público considere que se requiere algún tipo de acción.
3.- Y que a los ojos de los miembros de la comunidad la acción sea competencia de alguna entidad gubernamental.
La conflictividad actual o potencial de un asunto en la comunidad política es el factor que favorece su expansión y difusión. Asuntos inofensivos, que no desatan enfrentamientos, quedarán circunscritos en su localidad y pasarán sin ser vistos. Sólo demandas, asuntos, reivindicaciones, problemas, actual o potencialmente conflictivos, son los candidatos. Acontecimientos sociales que sirven de mecanismos de disparo, como son catástrofes, cambios tecnológicos, sucesos económicos, crímenes, elecciones, etcétera; y actores sociales que se encargan de convertirlos en cuestiones y ofrecer su primera definición; son los iniciadores, el primer paso del trayecto hacia la conformación de la agenda.
Las características de la definición son también factores que favorecen o impiden la difusión del problema entre un mayor número de ciudadanos.
Las cuestiones definidas genérica y sencillamente, sin tecnicismos, que presentan aspectos nuevos y de significación duradera para grandes núcleos de población, son las que tienen mayor probabilidad de expandirse al gran público y de involucrarlo.
En este sentido describiré los cuatro tipos de públicos de los cuales algún día nos habló el maestro Edgar Jiménez.
• Grupos de identificación, son aquellos directamente afectados por el problema e involucrados en la cuestión.
• Grupos de atención, son aquellos que, por muchas razones, se interesan específicamente en el problema.
• Público atento, es aquel sector de la población interesado en estar informado de los sucesos políticos y que suele estar atento a los asuntos de su comunidad.
• El público en general, que es la población menos interesada e informada, pero que presta atención al problema cuando es notorio y se formula emocionalmente.
Margarita González Saravia ha presentado a un importante número de quienes serán funcionarios de la nueva administración estatal. Así lo hizo este miércoles. Todos han firmado el Decálogo de la Transformación, aceptando el compromiso fundamental de servirle al pueblo morelense por sobre todas las cosas. Yo diría que los próximos servidores públicos estatales estarán sometidos al estado de derecho, es decir: acatar los preceptos de las constituciones federal y local, así como cualquier cantidad de leyes emanadas de esas cartas fundamentales. Dicho Decálogo es filosófico, pero nuestro cuerpo normativo no. Se tiene que cumplir, quiérase o no aceptar.
¿Se han preguntado ustedes la razón por la cual la mayoría de demandas sociales no son escuchadas, admitidas y resueltas por los funcionarios involucrados, adscritos a cualquiera de los tres órdenes gubernamentales? Me refiero a servidores públicos de los gobiernos federal, estatal y municipal.
La respuesta es la siguiente: Todos están cortados por la misma tijera, pues prácticamente la totalidad olvida su esencia y realidad, es decir, que son empleados nuestros, de los sufridos y dadivosos contribuyentes.
Esperemos a ver el arranque del nuevo régimen el 1 de octubre venidero y después diremos. Sin embargo, la mayoría de los nuevos funcionarios son bastante conocidos por propios y extraños en Morelos, ante lo cual estarán doblemente comprometidos. Por un lado, deberán entregar su vida para responder a la confianza de Margarita González Saravia. Y por el otro, estarán obligados a no violar las leyes, para no ser exhibidos ante los morelenses.