NOROÑA EN PARÍS: AUSTERIDAD DE CAVIAR Y CHAMPÁN
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 20 de marzo de 2025
Mientras México se desangra entre crisis de desaparecidos y promesas vacías, Gerardo Fernández Noroña, el autoproclamado paladín de la austeridad y presidente de la Mesa Directiva del Senado, se pasea por Francia como si el erario fuera su alcancía personal. No, no fue en clase turista apretujado con el pueblo al que dice defender, sino en la opulencia de la clase business de Air France, donde los asientos se convierten en camas y el menú huele a foie gras. ¿El costo? Unos módicos 133 mil pesos por el vuelo redondo de Ciudad de México a París, según estimaciones conservadoras basadas en tarifas actuales. Eso sin contar viáticos, traslados a Estrasburgo y las selfies que sube a redes para que admiremos su “sacrificio” diplomático.
Este senador, que alguna vez se indignó por pagar 7 pesos por usar un baño público, hoy no tiene reparo en quemar el presupuesto senatorial en un viaje que, según él, es una “gira de trabajo”. Claro, representar a México en un encuentro parlamentario suena noble, pero ¿era necesario hacerlo desde un asiento Full Flat con pantalla 4K y cava de vinos franceses? Mientras las madres buscadoras lloran por respuestas en Teuchitlán y el país se hunde en deudas, Noroña posa frente a la catedral de Estrasburgo como turista de lujo, ajeno a la incongruencia que apesta más que el Sena en verano.
Y no es que la austeridad le sea ajena solo en el extranjero. El senador posee una casa de fin de semana en Tepoztlán, Morelos, ese rincón místico donde la élite se refugia del populacho. Fiel a su estilo, se le ha visto paseando por el City Market de la exclusiva colonia Reforma en Cuernavaca, cargando el carrito con botellas de buen vino, cortes finos y viandas que no caben en el recibo de un trabajador promedio. ¿La austeridad republicana? Parece que se queda en el discurso, porque entre los pasillos de quesos importados y charcutería premium, Noroña vive como los fifís que tanto critica.
Y no nos engañemos: esos 133 mil pesos del boleto son solo la punta del iceberg. Súmenle hospedaje en hoteles de categoría, comidas gourmet y el tren París-Estrasburgo, porque el senador no iba a llegar en autobús. ¿Cuánto más habrá costado este despliegue de grandeur? El presupuesto del Senado para 2025, que ronda los 5 mil millones de pesos, parece ser un botín al que Noroña le echa mano sin rubor, mientras la “Cuarta Transformación” sigue predicando austeridad desde los púlpitos y derrochando en los pasillos.
Qué ironía: el mismo que llamó “campañón carroñero” a las críticas por su insensibilidad ante el caso Izaguirre ahora se refugia en Europa, lejos del escándalo, gastando lo que miles de mexicanos no juntan en un año. Esto no es representación, es vacación con cargo al pueblo. Noroña no anda en Francia sin pena ni gloria; anda sin vergüenza, con la cartera abierta y el cinismo a tope. Que alguien le avise que la revolución no se hace con maletas Louis Vuitton ni boletos de lujo. O mejor aún, que regrese a rendir cuentas. Si es que le alcanza el presupuesto para el boleto de vuelta.
