NARCOCORRIDOS, PALENQUES Y LA BATALLA CULTURAL EN MÉXICO
LA CRÓNICA DE MORELOS. Lunes 21 de abril de 2025.
La situación sobre el incidente en el palenque de Texcoco el pasado 11 de abril durante la presentación de Luis R. Conríquez es un tema complejo que refleja tensiones culturales, sociales y legales en México. LA CRÓNICA DE MORELOS preparó el siguiente trabajo buscando analizar de manera objetiva el funcionamiento de los palenques. El planteamiento es el siguiente: ¿Son los palenques sitios de esparcimiento, o grandes cantinas, donde pudieran reunirse criminales y/o que pudiesen convertirse en una especia de “picaderos” para el consumo de estupefacientes, amén del inevitable cruce de apuestas?
El incidente en Texcoco
Luis R. Conríquez, un cantante conocido por sus corridos bélicos y narcocorridos, decidió no interpretar este tipo de canciones en su presentación en la Feria Internacional del Caballo Texcoco 2025, acatando una nueva regulación del Estado de México que prohíbe expresiones que glorifiquen la violencia o el crimen organizado en eventos masivos. Esta ley, implementada desde el 9 de abril en municipios como Texcoco, Metepec y Tejupilco, establece sanciones de hasta seis meses de prisión para quienes violen esta norma.
El público, que esperaba escuchar los narcocorridos que han caracterizado la carrera de Conríquez, reaccionó con furia cuando el cantante anunció que no los interpretaría. Videos viralizados muestran cómo los asistentes abuchearon, lanzaron cerveza, vasos y otros objetos, y algunos incluso irrumpieron en el escenario para destruir instrumentos musicales y equipo de sonido. El caos obligó a Conríquez y su equipo a abandonar el lugar escoltados por seguridad, y se reportó que no hubo heridos, aunque el daño material fue significativo.
Posteriormente, Conríquez emitió un comunicado lamentando los hechos, explicando que su decisión fue para cumplir con las normativas y proteger la seguridad de su equipo y el público. También mencionó que está dispuesto a adaptar su música, aunque reconoció la dificultad de cambiar un estilo que conecta profundamente con su audiencia. Hay rumores no confirmados de que el cantante recibió amenazas de muerte tras el incidente, pero no hay evidencia sólida que lo respalde más allá de especulaciones en redes sociales.
La percepción de los palenques como “cantinas” y “picaderos”
Existen opiniones respecto a que los palenques, en muchos casos, se han convertido en puntos de reunión de narcomenudistas, grandes cantinas y “picaderos” (lugares donde se consumen drogas). Esta percepción no es nueva y tiene cierta base, aunque debe analizarse con matices.
Contexto cultural e histórico. Los palenques tradicionalmente son espacios asociados con ferias populares en México, donde se combinan peleas de gallos, apuestas, música regional y convivencia. Su ambiente festivo y relajado, con consumo de alcohol, los ha hecho propensos a ser vistos como lugares de “desenfreno”. Algunas fuentes, como La Jornada, refuerzan esta idea al describir la Feria del Caballo de Texcoco como “la cantina más grande de México” o incluso “del mundo” en redes sociales. Sin embargo, esto es más una exageración que una descripción literal, usada para resaltar el ambiente de fiesta intensa.
Narcomenudeo y consumo de drogas. No hay evidencia concreta en las fuentes que confirme que los palenques, incluido el de Texcoco, sean sistemáticamente “picaderos” o puntos de reunión de narcomenudistas. Sin embargo, el contexto de los narcocorridos y la cultura que los rodea puede atraer a ciertos sectores asociados con el narcomenudeo o el consumo de drogas. La reacción violenta del público en Texcoco, exigiendo canciones que glorifican el narcotráfico, sugiere que al menos una parte de los asistentes valora esta subcultura. Además, la prohibición de narcocorridos en varios estados responde a preocupaciones gubernamentales sobre cómo estas canciones pueden normalizar o promover el crimen organizado, lo que indirectamente apunta a un vínculo percibido entre estos eventos y actividades ilícitas.
Seguridad y control. En el caso de Texcoco, se reportó que la Feria del Caballo 2025 contó con 290 elementos policiales municipales y estatales para reforzar la seguridad, lo que indica que las autoridades estaban conscientes de los riesgos de desórdenes en un evento de esta magnitud. A pesar de esto, los elementos de seguridad fueron rebasados por el caos, lo que sugiere que el ambiente en el palenque pudo haber sido difícil de controlar, especialmente con un público alterado por el alcohol y la frustración. Esto no prueba que el lugar fuera un “picadero”, pero sí que el ambiente era propenso a excesos.
Estigma vs. Realidad. Es importante no generalizar. Aunque algunos palenques pueden atraer a personas involucradas en actividades ilícitas o ser espacios donde el consumo de alcohol y drogas es más visible, no todos los asistentes son narcomenudistas ni todos los eventos son “picaderos”. La Feria del Caballo, por ejemplo, es un evento masivo con múltiples actividades (conciertos, exposiciones, juegos mecánicos), y el palenque es solo una parte. Estigmatizar estos espacios como exclusivamente criminales ignora su rol cultural y la diversidad de su público.
El incidente en Texcoco es un reflejo de un choque entre la libertad artística, las expectativas del público y las políticas gubernamentales. La prohibición de narcocorridos, aunque bien intencionada, subestima el arraigo cultural de este género entre ciertos sectores de la población. Los narcocorridos no solo son música; para muchos, son una forma de narrar realidades sociales, expresar identidad o simplemente disfrutar de un estilo que los “motiva”, como el propio Conríquez lo expresó. La reacción violenta del público, aunque injustificable, muestra cuán profundamente conectados están algunos fans con esta música y cuán mal comunicada estuvo la prohibición, ya que muchos asistentes no sabían que no habría corridos.
Los palenques, por su naturaleza festiva y la presencia de alcohol, pueden ser espacios donde se den excesos, incluido el consumo de drogas en algunos casos. Sin embargo, no hay datos que confirmen que son principalmente “picaderos” o centros de narcomenudeo. Más bien, son reflejos de una sociedad compleja donde coexisten la tradición, la fiesta y, en algunos casos, problemas como el crimen organizado. La narrativa de que son “cantinas gigantes” es más un estereotipo amplificado por eventos como el de Texcoco, que resaltan los peores momentos.
El trasfondo aquí es una lucha cultural: el gobierno busca desnormalizar la glorificación del narcotráfico, pero los fans ven los narcocorridos como parte de su identidad o entretenimiento. Prohibirlos sin un diálogo claro o alternativas culturales (como el programa “México Canta” que promueve música sin apología al crimen) puede generar más resistencia que soluciones. Conríquez está atrapado en el medio: si canta narcocorridos, enfrenta sanciones legales; si no los canta, pierde a su público o, peor, pone en riesgo su seguridad.
El incidente de Texcoco fue un estallido de frustración mal canalizada, exacerbado por una política que, aunque tiene objetivos válidos, no consideró el impacto emocional y cultural en los fans. Los palenques no son inherentemente “picaderos” ni centros de narcomenudeo, pero su ambiente festivo y el tipo de música que atraen pueden amplificar problemas sociales existentes. Creo que el camino no es solo prohibir, sino fomentar un cambio cultural gradual, como lo sugirió el propio Conríquez al hablar de evolucionar su repertorio. Mientras tanto, incidentes como este seguirán siendo un recordatorio de las tensiones entre la ley, la cultura popular y las realidades de México.