Sobreexposición y desgaste de la imagen presidencial, el riesgo de las conferencias mañaneras en Palacio Nacional
Este jueves, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, presidió la tercera conferencia “mañanera del pueblo”, con un formato diseñado por ella y su equipo de comunicación. Ya se anunció la temática de esos ejercicios cotidianos, que se parecen en mucho a los del ahora ex presidente López Obrador. Ha cambiado la escenografía, pero la presencia de Sheinbaum proyecta ser una copia de las mañaneras obradoristas, las cuales, casi de inmediato al inicio del sexenio anterior, se convirtieron en foros de propaganda y no en comparecencias de transparencia y rendición de cuentas.
Así las cosas ahora cabe preguntar: ¿Las susodichas conferencias diarias pueden generar una sobre exposición de la presidenta y desgaste de la imagen presidencial?
Las conferencias de prensa mañaneras pueden generar una sobreexposición y desgaste de imagen, especialmente cuando se realizan de manera constante y diaria. Algunos factores que contribuyen a este fenómeno son los siguientes:
Rutina y predecibilidad: Al repetirse todos los días, el formato puede volverse predecible, lo que disminuye el impacto de los mensajes. La audiencia puede perder interés si siente que el contenido no aporta novedades o se repiten temas.
Aumento de errores y controversias: El constante escrutinio público puede aumentar las posibilidades de cometer errores o generar declaraciones polémicas que desgasten la imagen del líder. Cada comentario equivocado se amplifica y puede erosionar la credibilidad.
Saturación de la audiencia: La audiencia puede sentirse saturada al recibir información constante del mismo emisor, lo que puede provocar un efecto de desgaste, donde los mensajes pierden efectividad e impacto.
Exposición a críticas constantes: La cobertura diaria también brinda una plataforma constante para la crítica, tanto de medios como de opositores. Esta exposición puede generar una imagen negativa con el tiempo.
Desgaste de autoridad: Si las conferencias no se perciben como momentos estratégicos de comunicación sino como una rutina, la figura del líder puede perder autoridad o solemnidad, viéndose más como un político cotidiano que como una figura de gran relevancia.
Aunque las conferencias pueden ser útiles para mantener presencia mediática y transmitir mensajes directamente a la población, su uso excesivo puede tener estos efectos negativos si no se manejan cuidadosamente.
Las conferencias mañaneras de López Obrador siempre sirvieron como una herramienta política para influir en la opinión pública. Si bien estaban planteadas como espacios para informar sobre temas de gobierno y política pública, en la práctica sirvieron también como un foro para criticar, descalificar o exponer a adversarios políticos, medios de comunicación, figuras públicas e instituciones.
Un día sí y otro también, AMLO usó un lenguaje directo y confrontativo hacia aquellos que consideraba opositores, tachándolos en ocasiones de “conservadores” o de formar parte de lo que llamaba la “mafia del poder”. Las mañaneras se convirtieron en un mecanismo para debilitar o extinguir políticamente a ciertos actores. Influyeron negativamente en su imagen pública y legitimar la narrativa oficial contra ellos.
El uso de este espacio para la crítica pública puede generar un desgaste considerable en figuras que son señaladas, y algunos han argumentado que esto crea un clima de hostilidad y polarización que puede afectar la vida política del país. Sin embargo, el impacto real ha dependido de la capacidad de estos adversarios para contrarrestar la narrativa y de la reacción de la ciudadanía ante las críticas emitidas en ese foro.
A ver si Claudia Sheinbaum aguanta su aparición diaria.